Los Ángeles, 8 jun (EFEUSA).- El acuerdo para evitar más aranceles comerciales entre México y Estados Unidos dejó un sabor amargo para activistas locales defensores de los inmigrantes, si bien se lograron marcar algunas líneas límite.
En declaraciones a Efe, Jorge Mario Cabrera, director de comunicaciones de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA) de California, lamentó los posibles efectos del acuerdo en la frontera sur de México y para los derechos humanos.
«Es una pena que la política racista y antiinmigrante de la Administración Trump sea lo suficientemente convincente para que México doble las manos en un tema tan importante como es la protección de los derechos humanos en su fronteras», expresó Cabrera.
No obstante el portavoz de la coalición destacó que México no aceptara que los migrantes tuvieran que pedir asilo desde su país de origen, uno de los cambios que se buscaba a la política actual.
«Lo bueno fue que México no aceptó que se hicieran cambios a los procesos de peticiones de asilo en la región porque eso hubiera sido algo muy negativo. Felicitamos a México por crear una raya donde no se puede pasar», manifestó el activista.
Sin embargo, el acuerdo que incluye el envío de al menos 6.000 miembros de la Guardia Nacional mexicana a la frontera con Guatemala genera la posibilidad de un aumento en los abusos de la fuerza en esa región, opinó.
«Nos preocupa que la militarización de la frontera de México con Guatemala ya no es algo de ficción y que pudiera convertirse en un lugar donde las violaciones de los derechos humanos de los inmigrantes sucedan más a menudo», advirtió Cabrera.
Como parte del acuerdo, Estados Unidos devolverá a México a todos los inmigrantes solicitantes de asilo que crucen la frontera común de forma irregular y México autorizará su entrada por razones humanitarias.
Estados Unidos detuvo en mayo en su frontera sur a más de 132.000 inmigrantes, un 30% más que en el mes de abril y la mayor cifra registrada en un sólo mes desde 2006.