Todo comenzó tras bambalinas, cuando la CNDH ya sometida al poder y en manos de Rosario Piedra Ibarra, colocó en el consejo calificador de los aspirantes a nuevos consejeros del IEE al ultra John Ackerman, quien compite con Epigmenio Ibarra por el título de apologista mayor de la causa de la mal llamada 4T, en una competencia en la que hará más bonos el que resulte más a la hora de hacer caravanas y quien resulte más papista que los papistas y estos que el papa.
Todo esto, se nota cada vez más, en medio de los desgarramientos internos en MORENA, donde se acentúan las pugnas entre los ultras y los moderados, y ya con el proceso de ‘perredización’ completado, pues el desguace del perredismo y el traslado de ese castillo multiforme a MORENA, donde la imagen visual más comprensible sería la de Frankenstein, se manifiesta ahora en las disputas tribales de los indomables grupos que en un día minaron por dentro el proyecto cardenista y ahora se disputan cualquier posición de poder que les presente el panorama político.
Como sea no se dieron las circunstancias para que John Ackerman lograra su cometido de acomodar entre los 20 finalistas a los cuatro asientos del Consejo General del INE que quedarán vacantes a ninguno de sus leales, lo que dio pie a la insurrección de un sector, una tribu para seguir con la figura, el que encabezan René Bejarano y Dolores Padierna, pretendió dinamitar el proceso, legal a todas luces, apoyados por un grupo de diputados petistas, estos encabezados por el inefable Gerardo Fernández Noroña.
No es que la oposición, si tal cosa existe, no se manifestara en contra, ya desde el proceso de la selección de la veintena de integrantes de la última lista, sino que quedó de manifiesto que sus voces no se escuchan, carentes de volumen y de liderazgos, de tal manera que tuvo que ser, otra vez, Porfirio Muñoz Ledo, uno de los dos fundadores del PRD, quien contuviera la rebelión, apoyado por importantes sectores de MORENA, que discrepan de Mario Delgado, pero que bien se han cuidado de no entrar en polémicas que puedan molestar en Palacio.
‘Golpistas’ llamó Muñoz Ledo a los 50 diputados morenistas que en voz de Padierna pedían la reposición del proceso, con la anuencia de otras poderosas figuras dentro del partido creado por AMLO, y sólo con el apoyo explícito de Lorena Villavicencio, lo que finalmente deja las cosas como están y a Ackerman en papel de niño caprichoso al que no le prestaron su juguete, y pudo más el liderazgo moral del primero, quien de nueva cuenta evitó un desliz antidemocrático del régimen, pues se trataba en suma de optar por renovar al INE o apoderarse de él para la causa del grupo en el poder.
Obviamente los derrotados, Padierna y Noroña, no tragaron el golpe sin rechistar y acusaron a Muñoz Ledo, abortada la rebelión, de ser un ‘aliado de la derecha’, aunque de cualquier manera quedó claro de qué lado está la autoridad moral, lo que por lo pronto mantiene al Instituto Nacional Electoral a salvo de la embestida de quienes quieren devolver a nuestra democracia a su estado anterior a 1990, año en que se fundó aquel IFE que ciudadanizó nuestros órganos electorales para arrebatárselos para siempre a aquel PRI de antaño que tantos añoran en estos días.