Guadalajara (México), 4 ago (EFE).- Con paciencia y mucha pasión los coleccionistas de autos en miniatura dedican décadas y cientos de miles de pesos a encontrar pequeños tesoros que pueden llegar a valer hasta 100 veces su valor comercial y que son apreciados por su antigüedad o por su rareza.
Los pequeños vehículos que un niño tomaría como un juguete son el objeto del deseo de los adultos que se dedican a reunir desde las piezas más sencillas hasta las más extrañas y antiguas y por las que pasan horas en exposiciones, mercados o en internet en busca de uno para añadir a su colección.
Estos tesoros «están en todos lados», dice este domingo a Efe Santiago Corona, uno de los coleccionistas que prestó parte de sus vehículos miniatura para la Exposición «Grandes colecciones de autos pequeños», que tiene como sede el Palacio de las Artes y la Comunicación de la ciudad mexicana de Guadalajara.
«Lo primero que tienes que hacer es juntarte con coleccionistas, nosotros empezamos haciendo eventos en cocheras y en terrazas y ha ido creciendo, en grupos de Facebook también se ha dado mucho la compra aunque esto se presta para mucho fraude», asegura.
También es común que los coleccionistas busquen viajar a las convenciones que se llevan a cabo en Estados Unidos o Europa para comprar piezas que no es fácil encontrar en México, asegura Eduardo González, director del grupo Escala 64, que se dedica a promover el coleccionismo y uno de los organizadores de la exposición.
La muestra reúne más de 2.500 piezas de 14 coleccionistas especializados en diferentes marcas y tipos. Como si fuera el paraíso, los amantes del coleccionismo pueden admirar vehículos a escala antiguos como el de 1937 de origen alemán que requiere que el usuario le dé cuerda para correr a toda velocidad.
También hay rarezas como una línea de piezas chapadas en oro, temáticos de películas como «Cars», «Batman» o «Back to the future», réplicas de los automóviles que usó el corredor brasileño Ayrton Senna, así como piezas provenientes de China, Malasia y Japón y Alemania con escalas entre el 1/100 y 1/18.
Corona, médico de profesión, posee una amplia colección de autos miniatura antiguos de marca Matchbox y de la compañía británica Lesney y como muchos decidió especializarse en un tipo de vehículos.
Pero su repertorio abarca otras marcas y algunas otras rarezas, pues para él reunir estas piezas significa tener un objeto de nostalgia y la posibilidad de tener, aunque sea a escala, autos que de niño soñó con conducir.
«Ser coleccionistas significa mucha nostalgia por los juguetes, yo me especializo en juguetes viejos que nos traen enormes recuerdos, aunque hay coleccionistas para los que significa tener un recuerdo palpable quizás de una película, de una serie, tenerlo ahí verlo todos los días exhibido en tu casa», explica.
Una de las piezas estrella de la exposición es una carroza de 1953 llamada Coronation coach, una réplica en miniatura de la que utilizó la reina Isabel II de Inglaterra el día de su coronación, de la empresa Lesney.
Esta es considerada como «el santo grial» pues fue la precursora de lo que después se convertiría en la marca Matchbox.
Martiniano García es dueño de la carroza, la primera que se produjo de esa serie, por la que pagó unos 6.500 pesos (unos 340 dólares), la mayor cantidad que ha invertido por un auto. La pieza le dio fama entre los coleccionistas mexicanos, pero es solo una de sus 8.090 vehículos de los que lleva un registro minucioso.
Desde hace unas cuatro décadas, se ha dedicado a reunir diferentes tipos de objetos y posee unas 11.000 tarjetas telefónicas de todo el mundo, 2.000 monedas y decenas de tazas, pero los que lo iniciaron en el coleccionismo fueron los autos miniaturas que almacena en cajas y algunos exhibidores.
«A los cinco años empecé a coleccionar carros con una pieza que me trajo mi papá de Estados Unidos y llegué a juntar cerca de 400 carros, luego aprendí a identificar los coleccionables», explica.
Algunos los ha adquirido por 20 o 50 pesos (entre 1 y 2,5 dólares) en exposiciones, muchos han sido obsequios y otros se cotizan en el mercado de coleccionistas hasta en 2.500 pesos (129 dólares). Afirma que ha invertido menos de 300.000 pesos (15.500 dólares) y calcula que sus piezas podrían estar valuadas al menos en un millón de pesos (más de 51.000 dólares).
El amor y la pasión por sus objetos es tal que nunca ha pensado en deshacerse de ellos, incluso suele comprar dos ejemplares o tres ejemplares de una pieza para poder intercambiar una de ellas. La única forma en que se desharía de su colección es si alguien alguna vez la robara.
«Jamás lo he pensado. Nunca he vendido una pieza de mi colección, no soy comerciante, soy coleccionista. Solo teniendo una necesidad muy fuerte o he pensado que si alguna día me roban o la dejan incompleta tal vez me decepcionaría y dejaría de coleccionar», recalca.