“Este modelo neoliberal impuso un imperialismo alimentario y una colonización de nuestro paladar”. VÍCTOR SUÁREZ CARRERA
En medio de una mortífera pandemia, y de la peor crisis económica desde 1932, la Cuarta Transformación ha preferido concentrar sus esfuerzos en una cruzada contra las bebidas y los alimentos procesados. El esfuerzo se presenta como un intento de combatir el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, pero las garnachas, las fritangas y los productos de alto contenido calórico sin envasar no preocupan a los cruzados. Sólo les interesan los productos envasados. Es una causa ideológica.
El esfuerzo lo encabeza el propio presidente López Obrador, quien en su Segundo Informe de Gobierno utilizó un término peyorativo para referirse a estos productos: “Debemos cuidar nuestra alimentación y no consumir productos chatarra con excesos de azúcares, sales y químicos, por nuestra salud”. Al mandatario lo han acompañado en estas descalificaciones algunos de sus escuderos ideológicos. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, declaró el 20 de julio en Chiapas: “¿Para qué necesitamos el veneno embotellado, el de los refrescos? ¿Para qué necesitamos donas, pastelitos, papitas que traen alimentación tóxica y contaminación ambiental?”. El subsecretario de Agricultura, Víctor Suárez Carrera, despotricó este 3 de septiembre contra el “imperialismo alimentario” que ha colonizado el paladar de los mexicanos.
La campaña ha producido un nuevo etiquetado frontal para los alimentos procesados, y sólo para éstos, y una serie de iniciativas que buscan prohibir la compra por niños de alimentos envasados, y sólo éstos. El nuevo etiquetado es menos informativo que el anterior, pero ofrece advertencias para ahuyentar a los consumidores. Las compañías productoras han tenido que realizar un esfuerzo monumental para cambiar el etiquetado en medio de la crisis y al final terminarán tirando millones y millones de pesos en envases y productos con el etiquetado anterior. La prohibición de compras de menores, a su vez, pone en riesgo a cientos de miles de pequeños comercios, que tendrán que negar la venta o violar la ley de manera sistemática.
López-Gatell se ha lanzado también contra el vapeo, sin considerar que millones en el mundo han dejado de fumar precisamente porque han tenido acceso a esta forma, mucho menos dañina, de consumir nicotina. Parecería que al subsecretario le pagan para promover el hábito de fumar.
El etiquetado agresivo de advertencia redujo en Chile el consumo de bebidas envasadas de alto contenido de azúcar, particularmente entre las clases altas (Plos Medicine, 11.2.20), pero una parte significativa del consumo simplemente se desvió a bebidas con edulcorantes artificiales. No hay indicios de que se hayan registrado disminuciones en sobrepeso, obesidad o diabetes.
El nuevo moralismo alimentario aumentará los costos de operación de las productoras y fomentará el mercado negro. No disminuirá los problemas de salud, ni ocultará el notorio fracaso del Gobierno en la lucha contra el Covid. Sí producirá la quiebra de muchas pequeñas y medianas empresas que hoy elaboran estos productos. Las grandes concentrarán más el mercado. Quizá ése sea el objetivo real, favorecer a los grandes consorcios y matar a las pequeñas empresas de alimentos.
No podemos esperar cambios en la salud, porque los productos no envasados no están siquiera considerados en esta cruzada moralista. El asunto es ideológico. El Gobierno está molesto porque dice que un imperialismo alimentario ha colonizado nuestro paladar.
VÍCTIMA
El INE rechazó el registro de México Libre como partido político por supuestamente no haber acreditado el origen de 8.2 por ciento de sus recursos, pese a que se recabaron por Clip. Los morenistas celebran, pero la principal víctima de la decisión será la 4T. México Libre habría dividido el voto del PAN.