Algo muy extraño está pasando con las vacunas anti-Covid. El Gobierno celebra como si estuviera de fiesta cada vez que llega un cargamento de vacunas, y en Palacio Nacional festejó como muestra de la buena relación que hay con Estados Unidos, el nuevo envío de 8.5 millones de dosis —cuatro millones 250 mil vacunas completas— para contener el coronavirus. De cara a la opinión pública siempre es tranquilizante saber que se mantenga la dotación de vacunas, pero las preguntas son para qué las quiere el Gobierno si desde la primavera, afirmó, estábamos cubiertos. Todo esto huele a gas.
El 13 de octubre del año pasado, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, anunció que el Gobierno había firmado tres contratos de pre-compra con AstraZeneca, CanSino Biologics y Pfizer, para adquirir dosis suficientes para cubrir, junto con las adquiridas en el mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud, la inmunización de hasta 116 millones de mexicanos. El 16 de febrero de este año dijo que estaban comprometidas 234 millones de dosis para vacunar a más de 134 millones de personas, lo que hacía pensar que los mexicanos estaban fuera de la incertidumbre sobre la inmunización que vivía la gran mayoría de los países en desarrollo.
En este carrusel de números de vacunas, la mayoría repetidas en formatos diferentes según qué funcionario hablara del tema, el entonces secretario de Hacienda, Arturo Herrera, volvió a utilizar 45 días después —el 30 de marzo—, cifras similares a las de Ebrard durante una reunión en la Cámara de Diputados, que ya se habían contratado 234 millones de vacunas, pero con un añadido clave: ya se tenía hasta un 60% más de las que se necesitaba para inmunizar a la población.
Herrera señaló que originalmente se habían contratado 116 millones de vacunas —las que mencionó Ebrard en octubre—, suficientes para 112 a 116 millones de mexicanos, pero que por las demoras en la distribución, se hicieron compras adicionales. Herrera sacó los ahorros y pagó 44 mil millones de pesos para que se compraran vacunas suficientes para inmunizar, con las dos aplicaciones, a 134 millones de mexicanos. Pese a la cobertura, el canciller siguió de compras de vacunas por el mundo. Todavía hace un mes, en vísperas de dejar el cargo, Herrera ratificó que México tenía sus vacunas contratadas.
Pero no detuvo el brío de Ebrard, quien continuó anunciando cada semana cómo aumentaban las nuevas adquisiciones de vacunas, mientras que la producción de AstraZeneca, finalmente aceleró la marcha y se añadió a los esquemas de vacunación en el país. Sin embargo, este muy eficaz sistema de información ha producido desinformación o, abiertamente, nos han querido engañar a los mexicanos. Si las vacunas ya están contratadas y garantizado su envío, ¿por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador le pidió en dos ocasiones vacunas al presidente Joe Biden? Primero le dio dos millones de vacunas, y este lunes confirmaron que le darían otras cuatro millones 250 mil.
En realidad, con las 134 millones de vacunas de las que hablaron Ebrard y Herrera, ya se tenían dosis de sobra, pues en teoría se necesitaban menos de 180 millones de dosis para todos los mexicanos, porque una parte, menor, no requiere de dos aplicaciones. Si ya se tenían más de las que se necesitaban para vacunar a todo el país, incluidos hipotéticamente los recién nacidos, hay algo que no está cuadrando. ¿Cuál es la realidad detrás de las vacunas? Hay un problema de distribución, como han dicho Ebrard y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, pero no de escasez.
Hasta el 9 de agosto, según las cifras oficiales, se habían aplicado un total de 72 millones 488 mil 230 vacunas, repartidas de diferente manera, por todo el país. Ese mismo día, en los almacenes contratados por la Secretaría de Salud, se tenían 18 millones de dosis listas para usar. Dejando de lado el colapso de la estrategia de vacunación frente a la tercera ola, y sólo para efectos de argumentación, se tendrían en México 90 millones de vacunas, aplicadas o listas en algún momento de que se utilicen, mientras que, como ha repetido Ebrard, seguirán llegando de manera escalonada las contratadas.
Entonces, si hay 18 millones de vacunas en bodegas, ¿por qué la necesidad del presidente López Obrador de pedir ayuda a Biden para que le proporcionara más dosis? Esta solicitud no ha sido explicada por las autoridades. Tampoco otra, generada por López-Gatell al asegurar que “no hay ninguna evidencia científica de que se requiera vacunar niños, de que se requieran dosis de refuerzo o que haya una especial preocupación porque sean más virulentas las variantes”. Si no se necesita vacunar a menores, sería absolutamente innecesario que López Obrador le pidiera a Biden un nuevo salvavidas de vacunas, pues tiene en exceso.
Aterrizado el dato, según el censo somos 124 millones 14 mil 24 habitantes, de los cuales 38 millones 247 mil 958 son menores de 18 años, que según López-Gatell, no serán vacunados. Es decir, quienes deben ser vacunados son 85 millones 660 mil 66 personas, que requerirían 171 millones 532 mil 132 dosis, siete y medio millones aproximadamente menos de las que se contrataron. Estos números absolutos no contemplan los más de tres millones de mexicanos vacunados en Estados Unidos, ni las dos millones y medio de vacunas que le regaló Biden a López Obrador en marzo, ni tampoco se modifican sustancialmente con la donación a Argentina, Belice, Bolivia y Paraguay en junio, cuando López Obrador les envió 811 mil vacunas.
Sobran las vacunas en México, pero al mismo tiempo faltan. ¿Por qué? ¿Se han echado a perder por la ineficiencia de Palacio Nacional y la Secretaría de Salud en la planeación de distribución? ¿Por un mercado negro manejado por funcionarios federales? ¿Por envíos secretos a países autoritarios? ¿Para qué quiere López Obrador más vacunas? Es un secreto de Estado.