Da escalofríos leer en la primera página de nuestro Diario, todos los días, cómo poco a poco se continúa incrementando el número muertos y contagiados por el Covid-19, la pandemia que está desatada a nivel mundial.
Mientras que en nuestro Estado se sigue llevando una vida casi normal, con una movilidad casi al 100 por ciento, en muchos países de Europa decretaron nuevamente el confinamiento; tal es el caso de España, Francia e Italia, que decidieron proteger a su población y cerraron de nueva cuenta los espacios públicos.
En nuestro continente, si Estados Unidos, que es una potencia mundial, que tiene a la mano todos los recursos económicos, tecnológicos, médicos, ayer, en un radical giro a su estrategia contra el coronavirus se declaró incompetente para enfrentar la pandemia, ¿qué podemos esperar en un país como el nuestro, que tomamos con muy poca seriedad este grave problema de salud mundial?
Nada nos dicen las preocupantes cifras. Anoche, la Secretaría de Salud federal, al dar a conocer su informe diario, reveló que el número de decesos asciende a 88 mil 924, que significan 181 fallecimientos más que el día anterior, además, la cantidad de contagios confirmados en el país se incrementó a 891 mil 160, es decir, 4 mil 360 más que un día antes.
No vayamos tan lejos, dese una vuelta por cualquier funeraria que cuente con horno crematorio y verá cómo, todo el día, las gruesas columnas de humo muestran que funcionan a su máxima capacidad para incinerar los cuerpos de las víctimas de esta enfermedad llegada desde la remota Asia y que pareciera no tener para cuándo terminar.
Dese una vuelta por los hospitales habilitados para atender este padecimiento y se dará cuenta que las carrozas fúnebres hacen fila para recoger los restos mortales de hombres y mujeres, de todas las edades, que sucumbieron a la pandemia, agregando a la tragedia que se fueron de este mundo sin poder despedirse de sus seres queridos, quedando tras los decesos un profundo dolor y miedo en las familias afectadas.
Hornos crematorios a todo lo que dan, carrozas haciendo fila afuera de los hospitales…
Con este panorama, Aguascalientes no va a poder contener y mucho menos enfrentar el padecimiento mientras la gente no entienda que aunque le pongan la tentación a la mano, está sólo en nosotros el cuidarnos.
¿Cómo es posible que el Gobierno, que debería proteger a su población, autorice la apertura de su estadio de futbol?, aunque claro, luego reculó y volvió a cerrarlo, pero mientras se sigan autorizando maratones deportivos lo único se que hace es crear un caldo de cultivo para contraer la infección, no se quiere aprender de la experiencia ajena, y mientras en todo el mundo se clausuran eventos masivos, aquí se fomentan.
Así no señores, así no vamos a ir a ningún lado, ni mucho menos a salir de esta pesadilla.