Washington, 4 mar (EFE News).- «¿Patricia tienes que irte a casa esta noche?» Recuerda como si fuera hoy la mezzosoprano Patricia Wulf, la primera mujer que denunció públicamente el acoso sexual que supuestamente sufrió hace tres décadas por el tenor español Plácido Domingo.
Wulf es una de las 27 mujeres que, según el sindicato de artistas de EE.UU. (AGMA, por sus siglas en inglés), vivió en sus carnes el presunto acoso de Domingo, quien la semana pasada aceptó «toda la responsabilidad» de sus acciones; pero luego rectificó y aseguró que «nunca» ha sido agresivo con nadie.
En una entrevista con Efe, Wulf contesta al cantante y asegura que sí que fue agresivo con ella y otras mujeres.
«ERA CASI COMO CONOCER A DIOS»
PREGUNTA: ¿Recuerda el momento en que conoció a Plácido Domingo?
RESPUESTA: Oh, sí, sí. Cuando le conocí, fue como conocer a una persona que tiene un halo a su alrededor. ¿Sabes? En ese tiempo, puede que suene tonto, pero era casi como conocer a Dios. Él estrechó mi mano y recuerdo pensar que sus manos eran muy suaves. Las mías eran considerablemente más ásperas por haber vivido en una granja por algún tiempo.
Recuerdo haber recibido un beso en la mejilla. La siguiente vez que nos vimos, se acerco mucho más aquí (se señala cerca de la comisura de los labios). Y fue entonces cuando los besos comenzaron a acercarse más y su cuerpo se acercaba más con cada beso.
Empecé a pensar que eso era un poco extraño. Y luego, cuando estaba en la ópera de la «Flauta Mágica», él era el director artístico. Yo interpretaba a la segunda dama. Cuando salía del escenario, yo me iba a la izquierda para marcharme. Siempre que él estaba en la ópera se colocaba en uno de los extremos del escenario. Me esperaba y venía hacía mí colocándose así de cerca y me preguntaba: «¿Patricia, tienes que irte a casa esta noche?» (Wulf usa su mano para situarla delante de su rostro e ilustrar lo cerca que supuestamente se colocaba Domingo).
GOLPEABA SIN PARAR LA PUERTA DEL CAMERINO
P: ¿Cómo le hacía sentir su comportamiento?
R: Bueno, esa fue la primera vez que pasó. Recuerdo que estaba un poco conmocionada y desconcertada y, luego, instantáneamente, me di cuenta de lo que estaba pasando. Le dije: «sí, me tengo que ir (a casa)». Me fui rodeándolo y me metí en mi camerino. Recuerdo sus continuos golpes en la puerta del camerino: «Patricia, ¿Puedo entrar? ¿Puedo entrar?». Lo hacía cuando el encargado de vestuario estaba en la habitación vistiéndome. Era perturbador.
P: ¿Qué estrategia adoptó para protegerse?
R: A menudo, yo entraba en el camerino y cerraba la puerta. (Las cantantes) Laura Knoop y Julia Anne Wolf solían estar también en el vestidor y sabían lo que estaba pasando. Él llamaba a la puerta: «¿Puedo entrar? ¿Puedo entrar?». «No, no, me estoy vistiendo». «¿Puedo entrar?». Finalmente cuando estaba vestida, él entraba y hablaba mirándome al pecho.
Recuerdo que un día hice así intentando captar su mirada y llevar sus ojos hacia arriba (se agacha como si estuviera tratando de captar la mirada de Domingo fija en sus pechos). Le dije: «Estoy bien, ¿cómo estás tú?». A menudo cerraba la puerta de mi camerino y me quedaba ahí tanto como podía.
SUCEDIÓ ENTRE 15 Y 20 VECES
P: ¿Cuántas veces tuvo esos encontronazos con Domingo?
R: En la «Flauta Mágica» ocurrió seis, si no, siete veces. En «Don Carlos», él no actuaba, pero estaba dentro del teatro de la ópera. Lo mismo, golpeaba mi puerta, siempre se acercaba demasiado. Y, luego, estuvo en «Fedora». Continuó ocurriendo. Diría que probablemente ocurrió unas 15, 20 veces.
P: ¿Cuál fue el impacto en tu vida?
R: Fue muy difícil para mi familia (…) Fue muy duro, es decir, me lo traía a casa. Recuerdo que a menudo lloraba de camino a casa, pensando: «¿Por qué tengo que pasar por esto? ¿Qué hago? ¿A dónde voy?» No tenía dónde ir, realmente no tenía dónde ir. Me encantaba mi papel, quería conseguir más papeles. Pero fue muy duro. Realmente me lo traía todo a casa. Mi familia me apoyó mucho y me ayudó a superarlo (…)
Contar esto no fue una decisión de la noche a la mañana. Me costó un año y un cuarto aceptar que usaran mi nombre en ese artículo de Associated Press (AP) en el que se denunció por primera vez el acoso en agosto de 2019.
«SÍ QUE FUE AGRESIVO»
P: La semana pasada el tenor aceptó «toda la responsabilidad» de sus acciones, pero luego aseguró que «nunca» se había «comportado agresivamente con nadie» y que «jamás» había hecho «nada para obstruir o perjudicar la carrera de nadie». ¿Cómo le hizo sentir eso?
R: Este es un hombre que ha hecho esto durante años y años (…) Está mal. Fue agresivo. Fue agresivo con la soprano Angela Turner Wilson, a la que manoseó, fue agresivo cuando no la dejó salir del camerino. Fue agresivo conmigo cuando se metía en mi espacio (vuelve a colocarse la mano cerca de la cara para mostrar lo cerca que Domingo se ponía). Era agresivo cuando me hacía esa pregunta («¿Patricia tienes que irte a casa esta noche?»), sabiendo que estoy casada.
Estaba indignada, estaba conmocionada y enojada, todos los sentimientos volvieron hacia mí. Como dije, fue agresivo. Puedo confirmar que fue agresivo.
También dijo que no había perjudicado la carrera de nadie. No puedo decirle la cantidad de mujeres que me han llamado y me han contado sus historias, pero aún no están dispuestas a hacerlo público porque todavía están actuando. Él les prometía roles y cuando ellas no cumplían, y no me refiero a cantar para él, sino a cumplir sexualmente con él de alguna manera, entonces les arrebataba esos papeles.
SU PODER SIGUE SIENDO «INMENSO»
P: El sindicato de artistas de EE.UU. (AGMA) ha estado investigando el comportamiento de Domingo y la semana pasada confirmó que fue «inapropiado». Sin embargo, su informe no se ha hecho público. ¿Por qué?
R: El poder (de Domingo) es y continúa siendo inmenso (…) Y ahora mismo él manda sobre AGMA porque puede vender las entradas. Creo que es realmente importante que AGMA publique ese informe completo. Creo que es extremadamente importante que lo expulsen del sindicato. Y no permitir que siga dentro un depredador. Este es un depredador que ha hecho esto repetidamente. Simplemente porque ha dado una disculpa débil, ¿nos hace pensar que no va a volver a hacerlo? Es un hábito.