Lo cierto es que, respecto al estado de la pandemia en México, apenas sabemos los datos de unos registros que hoy conocemos incompletos y que la reapertura económica, eso que llamamos eufemísticamente “la nueva realidad”, se está llevando adelante cuando peor están las cosas, con el crecimiento constante del número de contagiados y de personas fallecidas, lo que nos hace pensar que no es la mejor de las ideas reabrir fábricas, comercios y negocios de todo tipo en el actual estado de las cosas.
Pero más allá de eso, ahora que el crecimiento de las cifras de enfermos y muertos se emparejan con la reactivación de las actividades productivas, así como si nada pasara, nos preguntamos entonces para qué se ordenó detener la economía y provocar un quebranto económico monumental y de efectos a largo plazo, cuando los casos de infectados nuevos se contaban por docenas y los muertos en cada Entidad con los dedos de la mano.
Parece que se paró la economía inútilmente cuando ahora, sin que se diga alto y claro, se usa de hecho la teoría esa del contagio del rebaño, ese modelo que usaron los suecos para dejar que se propagara el virus y se creara inmunidad colectiva, teoría que resultó en una grave situación sanitaria en ese país escandinavo, cuyo promotor salió apenas anteayer con la grave admisión de que se había equivocado de manera rotunda.