No mal se difundieron los videos que muestran a dos conspicuos panistas metiendo fajos de billetes en bolsas, y el presidente AMLO destacó que esa era una prueba fehaciente, por si alguien lo dudaba, de que la política en México no es que esté corrompida, sino que se llenó de podredumbre, lo que es una verdad de santo y la causa de lo que pasó en el 2018 y que él esté en Palacio Nacional.
Sin embargo fue imposible disociar esas imágenes de políticos manejando efectivo de origen desconocido y con destino ignoto, tal y como si fueran narcotraficantes, de aquellas otras donde se ve a estrechos colaboradores del mandatario en la misma actitud, recibiendo recursos que en su momento se declaró que eran para él, no para su persona, pero sí para sus campañas o para algunas maniobras.
Una pregunta que nos volvemos a hacer, porque es pertinente, es cómo se pagaron los muchos y elevados gastos de aquel plantón de zánganos que él promovió y patrocinó en Paseo de la Reforma de la hoy CDMX, protestando para lo que él sostenía y sostiene como un fraude electoral en su contra en el 2006.
Pero ya antes de eso, cuando AMLO ocupaba la jefatura de Gobierno del extinto Distrito Federal, en 2014 para ser precisos, estallaron los hoy recordados escándalos que protagonizaron, primero René Bejarano, a quien se videofilmó recibiendo una fortuna en efectivo de parte de aquel tristemente célebre Carlos Ahumada, el empresario argentino que en su día estuvo involucrado con Rosario Robles, que por aquel desliz y por el pecado de enemistarse con quien hoy manda está encarcelada en una especie de revancha política.
Otro de estos sonados escándalos fue el de el tesorero de AMLO en el Distrito Federal, Gustavo Ponce, en aquellas escenas apostando miles de dólares en Las Vegas, o pero la entrega de dinero, también por parte de Ahumada, a Carlos Ímaz, el ex-porro de la UNAM, que ahora es pareja de Claudia Sheinbaum, para muchos el ‘delfín’ del presidente para la sucesión en el 2024.
Por supuesto que, como acabamos de comprobar de nuevo, los panistas no están exentos de culpa en escándalos de esta y otras índoles, lo que pasa igual con petistas, priístas y con militantes de esa encarnación de la corrupción que es el PVEM, como vimos hace poco cuando hace unos años sorprendieron a Arturo Escobar con un maletín con más de un millón de pesos en billetes.
Este proceder de nuestros hombres públicos, corruptos antes y corruptos ahora, pues la pureza no es un asunto que se dirima repitiendo una y mil veces que uno es puro, lo que demuestra es que al mandatario no le falta razón al declarar la podredumbre del régimen, aunque hay que ampliar la declaratoria para recordar no sólo la procedencia de muchos de los suyos desde ese pozo de inmundicias que tanto señala, sino que en su Gobierno las cosas no parecen, y no lo parecen por que no lo son, muy distintas.
Lo demás no son más que auto purificaciones sin valor, brindis al sol y una campaña intensa para dominar el Congreso de nueva cuenta tras las elecciones del año entrante.