La agente Robles ha sido ascendida y asignada junto al agente Quiroz a resolver el caso de un asesino serial que ha estado cometiendo homicidios rituales en la zona norte de la ciudad, zona muy conflictiva pues ha sido tomada por peligrosas pandillas.
A pesar de estar muy contenta con su tan anhelado ascenso, la agente Robles no entiende porque la asignaron con Quiroz, pues son radicalmente opuestos; mientras ella es un ejemplo de disciplina y virtud, Quiroz es un cínico y sinvergüenza encantador que nunca sigue las reglas y se vale de sucias artimañas y dudosas amistades para resolver sus casos, y aunque esto es del conocimiento del capitán y de todas las autoridades, nadie hace ni dice nada, pues Quiroz sigue siendo el mejor policía de la corporación resolviendo casi la totalidad de sus casos.
Algo que tiene desconcertadas a las autoridades y a la opinión pública, es que este asesino resulta ser más bien una suerte de justiciero, pues se ha dado a la tarea de ejecutar a secuestradores y asesinos de las pandillas de la zona norte, grabando sus asesinatos en video y siempre tras una máscara negra, envía mensajes a los criminales de que los ira cazando uno por uno y dejando pistas y pruebas a las autoridades de los delitos cometidos por sus víctimas.
Esto ha dividido a la opinión pública pues mientras muchos creen que no deja de ser un asesino, muchos otros lo aplauden y piensan que está haciendo el trabajo que la policía no puede hacer.
Las investigaciones van llevando a la pareja de detectives hacia la iglesia de la zona norte, pues encuentran un hilo conductor que siempre llega ahí y es así como descubren que el cura de la parroquia, un hombre joven y muy amado por toda la comunidad sabe más de lo que acepta.
Lo sorprendente es que este asesino no es un improvisado y tenía todo preparado para el día que fuera descubierto, esto hace de esta persecución una gran aventura en la que Quiroz dudará de su vocación debido a la gran simpatía que tiene por este asesino, mientras Robles está decidida a ponerlo en prisión por sus crímenes.
El ángel de la muerte, como lo ha apodado la opinión pública, aún no ha terminado, quedan en su lista algunos criminales que deberán pagar sus cuentas, pero ahora que ha sido descubierto, no solo será perseguido por la policía, también los grupos criminales pondrán precio a su cabeza. Al final, tras una persecución, Quiroz y el Ángel quedaran solos y frente a frente en la azotea de una vieja bodega abandonada.