El atentado de hace unas semanas, en el corazón de la zona dorada de la CDMX, contra Omar García Harfuch fue un recordatorio puntual para las autoridades del desafío del crimen organizado contra el Estado, una vez que la sociedad que lo padece y pone las víctimas, no se ha olvidado de su existencia, de la violencia cotidiana que causa y de todas las consecuencias perniciosas que el debilitamiento de las autoridades causa en todos los ámbitos de nuestra vida diaria, por más que por razones naturales la pandemia siga ocupando el primer plano de los asuntos públicos.
Recién ayer un amplio reportaje del diario español El País, habla de las cicatrices que esta violencia irracional ha causado en Guanajuato, consignando como se trata de un caso de una Entidad hasta hace muy poco próspera y tranquila y la manera rápida en que todas las cosas que se podían hacer mal se hicieron para que nuestros vecinos sufran ahora de una guerra que no hará sino recrudecerse, ahora que parece que se tomó la decisión de que las fuerzas federales incrementen su presencia en ese disputado territorio.
Uno de los puntos que trata el documento es el de las consecuencias económicas en ciudades donde por cientos los que tenían un negocio y se negaron a pagar por el ‘derecho de piso’ cerraron sus cortinas, en tanto que los que han podido irse de ciudades como Irapuato o Celaya dejaron atrás casa e historia, hartos de estar siempre en riesgo, en tanto que en la segunda ciudad lanzaron un reclamo de los que, dicen, no se van porque no pueden.
En este contexto aparecieron esos dos espeluznantes videos de un cartel de la droga, el primero amenazando al Gobierno Federal y el segundo al criminal conocido como ‘el Marro’, sujeto a su vez de un amplio reportaje de la BBC, hace unos días, donde se habla del mortal ‘triángulo de las Bermudas’ de ese territorio, la zona en disputa, que tiene sus vértices en León, Irapuato y Los Apaseos, incluyendo a la capital, Irapuato, Salamanca, Villagrán y Celaya.
Los videos son terroríficos en cuanto a que muestran el poder de fuego de los grupos criminales y lo nociva que resultó la no estrategia del Gobierno Federal y la simpleza esa de ‘los abrazos y no balazos’, a sujetos armados como un ejército paramilitar y dispuestos a cualquier violencia, por lo que resulta preocupante la reacción del secretario federal de Seguridad, que apenas conocer de ellos sentenció que se trataba de ‘un montaje’, para luego decir que lo estaban investigando.
Por tranquilidad de la Patria el secretario Durazo debería aclararnos en qué consiste ese montaje: ¿acaso los criminales tienen en sus manos armas de juguete?
Luego de asegurar que no hay tal poder de fuego, como si no hubiéramos visto lo de Culiacán, o lo de la CDMX y siguiendo la lógica de que primero sentencio y luego me pongo a averiguar, el funcionario insiste en que los cárteles no tienen la fuerza para desafiar al Estado, un asunto que está de más cuando hasta ahora ese Estado ha decidido no molestarlos por largos 20 meses.