Recuerdo que una persona siempre decía que él le pedía todos los días a Dios salud y que de lo demás él se encargaba. “Solo le pido salud, si tengo salud yo me encargo del resto”, expresaba. Según esta posición, si tenemos una buena salud, física y mental, podemos hacer que todo lo demás funcione. Por el contrario, si tenemos riquezas, una buena familia, buenos amigos pero gozamos de una mala salud, de poco servirá lo primero porque estaremos muy limitados sino es que incapacitados.
Bajo esa lógica, para los gobiernos del mundo lo primordial ahora que estamos atravesando por la peor pandemia del último siglo debería de ser la salud y ya después la economía.
Y en efecto, así comenzaron actuando la mayoría de los gobiernos de las naciones que decidieron cerrarlo todo en un principio para frenar la propagación del virus. Países como Nueva Zelanda, Australia, Alemania, Corea del Sur e incluso Italia y España lo lograron. Claro que no fue la única medida que se tomó para combatir el Covid-19. En muchos de estos países se realizaron pruebas masivas para detectar los casos, aislarlos y darles seguimiento. En nuestro país nunca se hizo eso. Desde un principio, el doctor Hugo López Gatell desdeñó, y lo sigue haciendo de hecho, las pruebas masivas, diciendo que de nada servían. Yo no soy experto en epidemias, pero no puede ser que los epidemiólogos que tuvieron éxito en el combate al virus alaben las pruebas masivas y López Gatell sea de los pocos necios que digan que de poco sirven.
Hoy la pandemia parece estar descontrolada en México y si bien lo ideal sería que todos nos encerráramos hasta que los números de contagios bajaran significativamente, eso en la práctica es imposible, y es imposible porque es aquí donde aparece el factor económico. Y aquí es donde vuelvo al inicio este artículo. Primero la salud, después lo demás, o sea después la economía.
Pero, ¿de verdad podemos pasar a la economía a un segundo término tan fácilmente?
Eso es imposible.
Escuché con atención el reclamo que el doctor Francisco Márquez hizo ayer a la sociedad y al gobierno porque los antros y las cantinas en Aguascalientes estaban abiertos y llenos. Dijo que era una irresponsabilidad que la gente saliera como si nada y que no se cuidara. Y tiene razón el doctor. ¿Pero saben qué?, también tienen razón los dueños de esos y otros establecimientos, muchos de los cuales ya no pudieron abrir porque se quedaron sin dinero y otros que abrieron lo hicieron endeudados hasta el cuello y lo hicieron solo para pagar sus adeudos y ya si algún milagro sucede, comenzar a ganarle. También tienen razón los miles de trabajadores, formales e informales, que no se pueden dar el lujo de prescindir de su trabajo, del tipo que sea, porque no tienen en los bancos o debajo de sus camas los ahorros suficientes como para vivir sin trabajar durante seis meses o un año. Es más, también tienen razón las trabajadoras sexuales que reclaman poder llevar a cabo su trabajo porque si no se mueren de hambre
Ambas partes tienen razón, quienes reclaman mayor responsabilidad del gobierno y de la sociedad y que exigen salir a la calle a lo mínimo indispensable o incluso no salir a nada, pero también quienes defienden la apertura de la economía y la reanudación de las actividades.
Le toca a los gobernantes en turno sopesar entre ambas posturas. Porque sí, la salud es muy importante, quizás lo más importante, pero también lo es la economía. No ha de ser nada fácil estar en estos momentos al frente de un gobierno con ambas posturas tan encontradas y tan bien sustentadas las dos.