CIUDAD DE MÉXICO, julio 15 (EL UNIVERSAL).- Este viernes se anunció la detención de Rafael Caro Quintero, «El Narco de Narcos», recordado por ser uno de los fundadores del llamado Cártel de Guadalajara junto con su compadre, Miguel Ángel Félix Gallardo, «El jefe de Jefes» y su amigo del alma, Ernesto Fonseca Carrillo, «Don Neto», este último tío de Sandra Ávila Beltrán, «La Reina del Pacífico». La captura fue realizada por la Secretaría de Marina.
En ese momento, Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera era sicario del cártel y tenía como sus maestros a los hombres que después serían considerados leyendas en la historia del narcotráfico en México.
Caro Quintero, quien se inició en el negocio sembrando marihuana, fue detenido en 1985 en Costa Rica y después de haber pasado 28 años encarcelado en un penal estatal de Jalisco, salió en libertad en 2013; días después un juez federal emitió una nueva orden de aprehensión en su contra.
La Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés), reconoce a Caro Quintero como el verdadero líder del cártel de Sinaloa después de Miguel Ángel Félix Gallardo «El jefe de jefes» y tras la caída de Joaquín «El Chapo» Guzmán.
Caro Quintero: el posible conciliador de los jefes del narco en México
La DEA ve al «Narco de Narcos» como el único que puede conciliar a los jefes del narcotráfico en México, pues junto con Ismael «El Mayo» Zambada y Juan José Esparragoza Moreno «El Azul» fueron forjadores de la estirpe del tráfico de drogas en México.
Los servicios de inteligencia estadounidenses ubicaban a los operadores de Rafael Caro Quintero en Phoenix, Arizona, entidad ubicada al centro de los Estados Unidos y desde donde se coordina la distribución de drogas a todo Norteamérica.
Después de salir de la cárcel en agosto de 2013, Caro Quintero rechazó que se haya reintegrado al narcotráfico y dispute el liderazgo del Cártel de Sinaloa, con los hijos de «El Chapo».
«No quiero nada que ver con el tráfico de drogas»
«Yo dejé de ser narcotraficante en 1984 y nunca lo volveré a ser. No quiero nada que ver con el tráfico de drogas», acotó meses después de haber abandonado la cárcel.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos nunca le perdonará el asesinato del agente de la DEA, Enrique «Kiki» Camarena y del piloto, Alfredo Zavala Avela, ocurrido febrero de 1985. Y tan lo quiere que el Buró de Investigación Federal (FBI, por sus siglas en inglés) ofrece 20 millones de dólares por información que lleve a su captura.