Londres, 14 sep. (EFE).- La fábula de «Pedro y el lobo» habla de un chico que se ríe de un pueblo avisando de la llegada de un depredador que devorará al rebaño de ovejas. Avisa y avisa para burlarse, hasta que un día el lobo llegó de verdad y no dejó un solo animal intacto.
Cuando Raúl Jiménez llegó a Wolverhampton hace dos años, lo hizo a un equipo recién ascendido, con el gran potencial de tener detrás a Gestitue, la empresa de Jorge Mendes, pero un recién ascendido al fin y al cabo. El mexicano había avisado y avisado de su fútbol en otros equipos europeos como Benfica y Atlético de Madrid, pero nadie le había creído o nadie había sabido cómo darle la oportunidad. No había rastro de que fuera un lobo.
Su carrera en Europa parecía estar llegando a su fin, pero 100 partidos después de aquella cesión al Wolves, Jiménez ha demostrado ser el delantero ideal para un proyecto que busca colarse entre los seis mejores equipos de la Premier League.
Cuando el chico de Tepejí del Río de Campo saltó al campo del Sheffield United este lunes, estaba de celebración. Cumplía 100 encuentros con los Lobos. Apenas necesitó de tres minutos para abrir la cuenta goleadora de su equipo y recordar, tras un verano que podría haber acabado con sus maletas en otro equipo europeo, que es el delantero que gobierna en el Molineux Stadium.
En su centenar de encuentros a las órdenes de Nuno Espirito Santo, Jiménez ha marcado 45 goles y repartido 18 asistencias. Tras una primera temporada en la que hizo 17 tantos entre Premier y FA Cup, el mexicano estalló la campaña pasada, con 29 años, edad de maduración de un delantero.
En el año más extraño que recuerda el fútbol mundial, Jiménez completó su mejor curso. En la Premier, anotó 17 goles, lo que le convirtió en el mexicano con más goles en una liga en Inglaterra, superando a Chicharito Hernández, que hizo 13 hace una década en el Manchester United.
Llegó a soñar con el pichichi, pero no es el Wolves un equipo que destaque por las goleadas, lo que unido al desgaste de la Europa League y la tensión de las jornadas finales, le alejaron de Jamie Vardy, quien se acabó alzando con el galardón.
Pero Jiménez no solo triunfó en Europa. De sus botas salió la clasificación para la Europa League. Los Lobos tuvieron que pasar por las rondas previas de la competición europea y el surtió seis goles en seis encuentros para hacer que el Wolves, en su segunda campaña tras el ascenso, fuera a la fase de grupos.
Ya en la fase final hizo cuatro dianas más, pero no pudo ayudar a que el equipo pasara de los cuartos de final contra el Sevilla. Quizás su penalti fallado en los compases iniciales contra los hispalenses sea la mayor macha que tiene en su currículum con los ingleses.
Ante la temporada que debe consolidarle como uno de los delanteros más sólidos en suelo inglés, Jiménez mantiene la unión con Adama Traoré, la pareja más productiva de la campaña pasada con más de diez goles generados entre ellos dos.
Al borde de los treinta años, Jiménez por fin ha encontrado su lugar en este fútbol europeo. Ya no es la oveja, se ha puesto la piel de lobo y está dispuesto a devorarlo todo.
Manuel Sánchez Gómez