México, 19 sep (EFE).- El silencio y una sobrecogedora actuación artística acompañaron este jueves a la misa conmemorativa por los fallecidos en el edificio multifamiliar Tlalpan de Ciudad de México, derribado hace justo dos años por un potente terremoto.
Con el edificio todavía en obras por la reconstrucción, el suelo húmedo y unas 100 personas abarrotando el lugar, se rindió respeto en un acto solemne a las 9 personas que murieron entre escombros.
Con velas en las manos y el semblante roto, los familiares contemplaron cómo 10 personas entonaban una especie de aria que recordaba los momentos vividos durante el sismo.
Los intérpretes, vestidos con chalecos verdes y naranjas y al son de un tambor, recrearon con su voz la alarma sísmica, convertida desde hace dos años en un símbolo de tristeza que desata la crisis colectiva cuando vuelve a sonar.
Después, sus voces comenzaron a entrelazarse y a enumerar rítmicamente los distintos edificios dañados durante el sismo, así como las personas que allí murieron.
No faltaron el emblemático edificio ubicado en la calle Álvaro Obregón 286 -donde murieron 49 personas- o el Colegio Enrique Rébsamen, en el que perdieron la vida 26 personas.
Por último, la ‘performance’ cerró con una advertencia: «Si no nos preparamos, quizás en un tiempo más, la historia que ya hemos escuchado se repetirá».
Alicia Guzmán, quien perdió a su hija de unos 20 años durante el sismo, cuenta a Efe que, dos años después, «cada día es más terrible».
«No han hecho nada por nosotros (el Gobierno)», afirmó, apuntando que con la nueva Administración, que inició en diciembre de 2018, tampoco hay esperanza, ya que están ayudando a los propietarios del edificio, no a los inquilinos, como era le caso de su hija.
Alicia dice que se apoya «en su hijo, que es el único que ha estado» con ella moralmente.
«Y en los recuerdos de mi hija, que era una princesa, que la amo demasiado, cada día es un dolor más fuerte, no se puede superar esto, es una pérdida importante», concluye.
En los distintos lados del edificio, todavía en reconstrucción, se pueden ver pancartas que exigen reparación estructural, pero también emocional.
Dentro, hay una suerte de campamento en el que todavía viven algunos de los damnificados, mientras esperan la reconstrucción de su vivienda.
De una pequeña caseta naranja sale Petra Puebla, una mujer de unos 50 años que cuenta a Efe que le entregarán su vivienda reconstruida el próximo 7 de enero.
«Me sentía muy derrotada, muy triste porque nuestro edificio todo tirado ahí», rememora.
Pero ahora se siente un poco mejor por ver que la espera va llegando a su fin y que el Gobierno se ha hecho cargo de los gastos.
Sobre el día de hoy, reconoce que no puede evitar sentirse afectada.
«Ahorita que sonó la alarma sí sentí, mi piel hasta se erizó al oír ese sonido tan alarmante que es, esperemos que no vuelva a pasar un sismo», explica.
El 19 de septiembre de 2017 un terremoto de magnitud 7,1 y con epicentro entre Puebla y Morelos (centro del país) dejó 369 muertos, 228 de ellos en Ciudad de México.
Un temblor que llegó después del terremoto de magnitud 8,2 del 7 de septiembre de 2017 que dejó 98 víctimas mortales en Oaxaca, Chiapas y Tabasco.