La venta de huachicol en Aguascalientes es un secreto a voces, aseguran empresarios del sector tras señalar que existe toda una red de complicidades para que no sólo en depósitos clandestinos, sino hasta en gasolinerías, también se comercialice gasolina robada o de mala calidad.
Este problema que le cuesta miles de millones de pesos al país se origina en los ductos, en las carreteras y de la misma manera en las fronteras y puertos donde se da el paso de gasolina como aceite, y también a través de las perforaciones de los ductos de Pemex y el robo de las pipas que salen de las terminales y cuyo producto se ofrece sin factura, con facturas apócrifas y muy por debajo de su costo real.
Investigadores y personas ligadas al sector revelaron a HIDROCÁLIDO que la venta de gasolina robada se da en diferentes puntos de la ciudad, en rancherías y hasta en bodegas, así como en algunas estaciones de servicio que comercializan los combustibles muy por debajo del precio que ofrece Pemex y las demás marcas a sus clientes.
“Es un tema muy escabroso porque hay gente de los gobiernos (tres niveles) que está involucrada desde el momento que brinda protección a quienes comercializan y venden producto de dudosa procedencia, por lo que es muy difícil que se pueda erradicar el problema, que tiene años y años siendo invisible para las autoridades, pero que todos sabemos que existe”, coincidieron en señalar algunos gasolineros que se decidieron a hablar del problema bajo el acuerdo de que no se maneje su nombre.
En las fronteras y puertos marítimos, explicaron, se importan altas cantidades de hidrocarburos que se hacen pasar como aceite o petróleo cuando en realidad se trata de gasolina robada o que se compra a bajo precio, conocida como “huachicol fiscal”, pero también en la red carretera de buena parte del país se sigue dando el robo de las pipas de las diferentes proveedoras, y de la misma manera está la ordeña de los ductos de Pemex.
Ese producto que a fin de cuentas es ilegal de alguna manera se mueve en el mercado negro, pues igual se comercializa en depósitos clandestinos disfrazados de bodegas o de talleres mecánicos, como en el caso relacionado con los autobuses que son abastecidos de combustible a bajo precio, aunque tampoco se descarta que algunas gasolinerías, sobre todo las que están en las carreteras o en zonas alejadas de las ciudades, sean el destino de ese tipo de producto, por obra de los grupos de la delincuencia que están detrás del huachicol.