Aguascalientes se ha convertido en refugio de miles de zacatecanos que han huido por la extrema violencia que se vive en su Entidad; la gente está escapando de sus casas en Fresnillo, Jerez, Valparaíso, Loreto y otros puntos donde la delincuencia ha tomado las riendas y las autoridades no pudieron contenerla a tiempo.
La situación llama la atención porque esas familias se fueron con lo puesto y lo indispensable, dejando atrás recuerdos, tierras, casas, amigos y todo por la maldita violencia. Lo comentábamos anteriormente, que salieron de su terruño escoltados por las fuerzas del orden que nada más no pudieron con el embate del crimen organizado.
Pero esto no es nuevo, ya que la Entidad se ha convertido en refugio de cientos de migrantes haitianos que también huyen de las difíciles condiciones de vida de su país, con el inconveniente que tiene otra cultura, otras costumbres y otro idioma, y aunque muchos han encontrado trabajo, aún son muchos los que buscan la caridad pública para poder subsistir en una tierra extraña.
Haciendo un poco de historia, por estas fechas, pero en el 2007, Aguascalientes vivió un suceso que marcó un antes y un después para toda la población: el jueves negro, cuando un comando asesinó a cuatro policías, iniciando así una vorágine de violencia que hizo huir de aquí a muchas familias con poder adquisitivo, ya que se dieron secuestros, extorsiones, robos, lo que hizo que varias personas se autoexiliaran y aunque al pasar el tiempo regresaron a la Entidad, ya nada volvió a ser igual para nadie, pues desde entonces y hasta la fecha la violencia se ha anidado en el Estado, como lo han reconocido nuestras actuales autoridades.
Este tema, el de los desplazados, no afecta sólo a los que tienen que irse de su tierra, sino también a quien los recibe, ya que aumenta la presión por proporcionarles empleo, vivienda, servicios, escuelas, a estas familias que han tenido la desgracia de no ser atendidos en su derecho a ser cuidados.
El problema es que quien debería poner el orden, no lo hace porque está entretenido en otros muchos temas, que creemos tratan de distraer la atención de lo que verdaderamente ocurre en el país.
El presidente Andrés Manuel López Obrador lleva muchos días atacando a los informadores y a todo aquel que difiere de sus ideas y de su proyecto de nación; se lanza contra los Medios que han replicado las irregularidades en las que ha incurrido su hijo mayor pero guardia silencio sobre la espantosa violencia que hace que el país escurra sangre; no dice nada sobre los cementerios en que se han convertido varias Entidades por la cantidad de desaparecidos que se han encontrado en fosas clandestinas; no habla de los problemas económicos, del precio de los combustibles, pues todo se centra en lanzarse contra quien piensa diferente. Definitivamente, él tiene otros datos.
Aguascalientes, como su escudo lo dice, es tierra de gente buena y seguramente recibirá a quien necesite refugio por los motivos que sean, pero siempre y cuando vengan a sumar, no a restar, porque lo que necesita en estos momentos el Estado, así como el resto del país, es vivir en calma.