Hoy en la mañana una parte del personal que trabaja en las plantas armadoras y en las fabricantes de autopartes comenzarán la desescalada del estado de emergencia y se trasladarán de nuevo, tras diez semanas en situación de paro, a sus lugares de trabajo, donde desde la semana pasada se aplicaron las medidas para evitar que el retorno al trabajo sea un riesgo de contagio, lo que nos da la pauta para pensar que en breve estaremos instalados en esa nueva realidad.
Lo mismo estarán haciendo otras plantas, como las que se dedican a fabricación de textiles y la confección, comercios y paulatinamente negocios del sector de la alimentación y la hotelería, esta última tratándose de recuperar del doble golpe, el de tener que cerrar dos meses y también el que representó la cancelación de la verbena abrileña, para ellos la mejor temporada de todo el año.
Paulatinamente, pues ya vimos que los negocios que ya adelantaron su reapertura tuvieron escasa actividad, la economía local recibirá la transfusión de dinero que es tan urgente, con la esperanza de que la aplicación de los mentados protocolos de protección sanitaria sea escrupulosa y que estas medidas impidan un rebrote, una situación que nadie desea y que pocos podrían soportar.