La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que hay 33 casos confirmados de fiebre amarilla y 17 defunciones por esta causa en la región de las Américas, desde inicios de enero y mediados de julio.
Las naciones que tienen las infecciones y los decesos son: Bolivia (cuatros casos y tres muertes), Brasil (tres y dos, respectivamente), Colombia (ocho y cinco), Guyana (dos casos, sin fallecidos) y Perú (16 y siete).
Los casos se reportaron a lo largo de la zona amazónica de Perú, Ecuador y Colombia, siguiendo una trayectoria de sur a norte, de acuerdo con la organización, que alentó a «los Estados miembros con áreas de riesgo para fiebre amarilla a que continúen con sus esfuerzos para fortalecer la vigilancia y la vacunación en zonas endémicas».
Añadió que «es necesario que los países garanticen coberturas de vacunación mayores o iguales a 95% de forma homogénea y que las autoridades sanitarias aseguren contar con un inventario de reserva estratégico que les permita mantener la vacunación de rutina y al mismo tiempo responder a eventuales brotes».
En marzo, científicos en Estados Unidos encontraron que el Aedes aegypti, conocido como el mosquito de la fiebre amarilla, es capaz de adaptarse a las temperaturas en su «entorno local» en medio del cambio climático, y optimizar así su desempeño a la hora de transmitir enfermedades.
En América el riesgo de brotes de fiebre amarilla es alto
La OPS recordó en su informe que «la vacuna contra la fiebre amarilla es segura, asequible y una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de refuerzo».
Destacó que «en la Región de las Américas, el riesgo de ocurrencia de brotes de fiebre amarilla es alto. Si bien la inmunización es una de las intervenciones de salud pública más exitosas para prevenir esta enfermedad, la mayoría de los casos registrados durante el 2024 no tienen antecedentes de vacunación contra la fiebre amarilla».
Remarcó que «todavía no existe un tratamiento específico para la fiebre amarilla, por lo tanto, la detección temprana de casos sospechosos o confirmados, el monitoreo de signos vitales, las medidas de soporte vital y el manejo de la insuficiencia hepática aguda continúan siendo las estrategias recomendadas para el manejo de casos».