Se sabe que el criterio que primó a la hora de decidir que la economía del Estado debía ya arrancar, como lo hará entre hoy y el lunes próximo, fue el de que no se podía prolongar el cierre de los sectores productivos más, pues los efectos del cierre casi total se agravan conforme se prolongaba la emergencia, aunque ignoramos exactamente qué criterios sanitarios se asumieron para poder dar el banderazo inicial para la reapertura de negocios, en el entendido de que los expertos médicos debieron de ser consultados.
Algo sabrán las autoridades que el resto de la población no, aunque finalmente la decisión está tomada y los más, pues quedan todavía por allí dueños y directivos responsables, que esperarán siquiera al primero de junio, en tanto las grandes empresas ya anunciaron cómo será la gradualidad del reinicio de sus trabajos, levantarán hoy las cortinas, desesperados como están todos por que el dinero comience a fluir en caja.
Suponemos, sin tener que arriesgar el tipo pretendiendo hacer predicciones de adivino, que la ciudad será hoy una fiesta, pues ya los fines de semana pasados lo fueron de tráfico intenso y una significativa presencia de personas en los lugares públicos, donde la única diferencia con los tiempos ya idos, los de antes de la pandemia, era que algunos, no todos, los paseantes llevaban mascarillas.
Abrirán tiendas que llevaban más de dos meses cerradas, los restaurantes, los gimnasios, que aunque con aforos limitados dejarán ver que, con dos meses de retraso, estamos todos ansiosos de atender la invitación al aire libre y la convivencia que siempre trae la primavera, amén de la sensación de que la pandemia nos robó a muchos dos meses y poco más de nuestra vida, una sensación que por cierto no comparten los que decidieron que la emergencia no era para ellos e hicieron su vida, y abrieron sus negocios, como si nada pasara.
El asunto es que tomada la decisión, aunque la responsabilidad última siempre será para las autoridades que decidieron lo que decidieron y ellos se llevarán las palmas si su apuesta les resulta afortunada y las censuras si esto se complica, es que ahora corresponde a toda la sociedad asumir que el coronavirus sigue circulando, ahora más que en las semanas precedentes, y que si no nos cuidamos entre nosotros, no habrá nadie que lo haga.
La reapertura, debemos saberlo, no elimina la obligación que tenemos, para nosotros mismos, nuestras familias, y el resto de la comunidad que se elimine la estricta observancia de las medidas sanitarias como el uso de mascarillas, las medidas de higiene que nos librarán de la infección y de transmitirla a otros, y esta nueva realidad donde, por lo menos las siguientes semanas, la proximidad física seguirá siendo un riesgo.
La alta cifra de contagios de los últimos días si algo revela, además de que la autoridad cometió omisiones, es que muchos entre nosotros siguen sin entender eso de la obligatoria sana distancia.