CIUDAD DE MÉXICO, enero 28 (EL UNIVERSAL).-
En los últimos meses, activistas han lanzado pintura o sopa contra obras de arte, en un intento por llamar la atención sobre la crisis climática, o alimenticia. Esta vez, fueron activistas de un grupo conocido como «Riposte Alimentaire» (Respuesta Alimentaria), quienes se fueron contra la Mona Lisa, en el museo de Louvre, en París.
¿Quién es este grupo?
«Somos la última generación capaz de evitar el colapso social», se describe el movimiento en su página web, en el que aseguran que todo «nació como resultado de la campaña Última Renovación, que en 2022 y 2023 impulsó acciones en toda Francia para exigir un plan de renovación energética de los edificios. Fortalecida por una comunidad de resistencia civil que obtuvo una primera victoria, la campaña Última Renovación se transformó para abordar un tema aún más ambicioso y sistémico: la Seguridad Social para una Alimentación Sostenible».
«Riposte Alimentaire es una operación de transformación profunda y colectiva que tiene como objetivo lograr una victoria ecológica y social mediante el establecimiento de una Seguridad Social Alimentaria Sostenible», señalan.
Se describen como «una campaña de resistencia civil francesa que pretende provocar un cambio radical en la sociedad a nivel climático y social «.
Se trata, alegan, de «una continuación de la última campaña de renovación», que ha reclamado varias acciones contundentes en los últimos meses para exigir «un plan de renovación térmica de los edificios que responda a la emergencia».
«La Seguridad Social para una Alimentación Sostenible es una solución sería a los cuatro objetivos más importantes que nuestro sistema actual no logra cumplir: garantizar las necesidades alimentarias de la población, respetar los límites planetarios, desencadenar la transformación profunda de nuestro modelo agrícola impuesto por el cambio climático y garantizar una vida digna para los agricultores que nos alimentan cada día», explican en su sitio web.
Reclaman un «sistema general de seguridad social tal como se inició en 1946, basándose en el modelo del sistema de salud. En concreto, una tarjeta alimentaria vital da acceso a productos homologados por un importe de 150 euros al mes y por persona, gracias a un sistema de cotización. Para ser aprobados, los productos deben ser validados democrática y localmente, en particular según criterios medioambientales».
Asimismo, exigen «un sistema de cotizaciones que garantice un reparto justo y solidario, como en la Seguridad Social; un acuerdo de producto elegido de manera democrática, por asambleas ciudadanas locales, con capacitación en temas agrícolas y ecológicos, y acceso a alimentos saludables que paguen a los agricultores con dignidad».
Las dos activistas que lanzaron sopa contra el cristal blindado que protege a la Mona Lisa fueron detenidas. La obra no sufrió daño alguno y tras una hora de que la zona fue cerrada, fue reabierta a los visitantes.
El museo anunció que presentará una demanda contra los responsables.
«¿Qué es más importante? ¿El arte o el derecho a una alimentación sana y sostenible?, preguntaron las dos activistas ante el cuadro, antes de ser detenidas.
El grupo describió el lanzamiento de sopa como «el pistoletazo de salida (de una) campaña de resistencia civil, con una clara reivindicación que beneficia a todas y todos: la seguridad social de una alimentación sostenible».
Sin embargo, la ministra francesa de Cultura, Rachida Dari, alegó en su cuenta de X que «la Mona Lisa, como nuestro patrimonio, pertenece a las generaciones futuras. Ninguna causa puede justificar que se la ataque».