Cuando el Presidente se decide a sacudir a todos, basta con que tome decisiones que parecen arrebatadas, como la anunciada ayer, y en lo que parece ser un esbozo de reforma electoral, pretende desaparecer al Instituto Nacional Electoral, o por lo menos desmantelarlo, como a muchos otros órganos autónomos.
Andrés Manuel López Obrador quiere que los consejeros electorales y los magistrados sean elegidos por votación popular, algo que se antoja menos que difícil, pues creemos que hay una legislación al respecto y se supone que quienes están en esos organismos es porque son los mejores cuadros, con una preparación académica y profesional que avalan sus conocimientos en la materia.
La decisión del Presidente se la ve como un acto de venganza, pues no perdona que el árbitro electoral le ponga piedras en el camino en un tema tan delicado como es la política, y más específicamente en su ejercicio de revocación de mandato.
En la propuesta de la susodicha reforma, quiere que sea el pueblo el que elija a los 11 consejeros electorales del INE y a los 7 magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo que claramente se ve como un franco intento de controlar esas instituciones.
La propuesta específica “sugiere” que los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial presenten a 20 ciudadanos —cada uno— verdaderamente independientes y de inobjetable honestidad para ocupar esos puestos, lo que se ve complicado porque en realidad se perdería toda objetividad y autonomía.
Incluso ahora se da a conocer que se publicó una sentencia en contra del mandatario por violar una y otra vez la veda electoral, ya que promocionó logros de su Gobierno cuando por ley no estaba permitido y hasta pidió perdón porque si no acata la sentencia sus más cercanos colaboradores la llevarían hasta con cárcel.
El tiempo en el que Andrés Manuel López Obrador ha estado al frente del poder se traduce en 3 años de encontronazos con todo aquel que piense o actúe diferente a él, por lo que su pleito con el árbitro electoral ha escalado de tal manera que pretende, por medio de un decretazo, minarlo.
Su abierta desavenencia con el consejero presidente Lorenzo Córdova ya tiene varios meses y se espera que se agudice aún más dentro de poco porque serán tiempos de elecciones; de hecho, ahora mismo hay un enfrentamiento por la consulta de revocación de mandato, porque el INE desde el principio dijo que no tenía los recursos monetarios necesarios para realizar este proceso, pero el Presidente reviró exhibiendo sus sueldos y prestaciones, lo que únicamente hizo crecer la crisis.
Insistimos, el Presidente tiene varios frentes abiertos, muchos de ellos innecesariamente, pues lo más fácil sería cumplir con la ley y él debería poner el ejemplo, algo que no está sucediendo, lo que se traduce en un clima de intranquilidad en todo el país, tan vapuleado actualmente por la pandemia y de manera particularmente preocupante, por la violencia que ha penetrado todos los sectores, pero mientras AMLO esté ocupado en sus propios asuntos, difícilmente el pueblo mexicano gozará de una tranquilidad que ya se merece.