En los mercados se ve casi de todo, se platica de todo, se aprende, igual, de todo. Parece fácil llegar y pararse a vender los básicos que se necesitan en casa para el sustento diario, sin embargo, quienes se dedican al comercio no lo ven así, tienen que madrugar para dejar su piedra o su local en las mejores condiciones para atraer a los clientes.
Unos con más marchantes que otros, hay mercados chicos y grandes, pero la experiencia en este trabajo es notorio entre los centros de abasto viejos y los más nuevos, estos últimos llegan a sufrir de la poca afluencia de clientes, aunque uno que otro de los más antiguos también están desolados.
En esta capital hay nueve mercados municipales, de los cuales dos tienen operación limitada, pero como la mayoría son comerciantes de tradición, se resisten a dejarlos morir a pesar de los pocos clientes que reciben a diario.
En Villas de Nuestra Señora de la Asunción se ha instalado Raúl, carnicero, quien tiene tres años en ese lugar; él trabajó mucho tiempo como tablajero, pero decidió independizarse, y como vive cerca del mercado que se construyó en esta miniciudad al oriente de la ciudad, quiso aprovechar, aunque el negocio “apenas va, no como yo me había imaginado, pero no me puedo rajar, de aquí saco para sostener a mi familia”.
En el mismo mercado de Villas, como lo conocen, está María, joven señora que también decidió independizarse y desde temprano va a acomodar su “piedra”, que es el espacio donde vende frutas y verduras.
“Yo me levanto a las cinco de la mañana, acostumbro ir a surtir desde temprano al Agropecuario, donde mi proveedor me da oportunidad de elegir lo mejor para mis clientes, procuro tener la mercancía del día para que haya calidad y quienes me compran no tengan que irse a los tianguis cercanos, como luego nos han dicho que prefieren”.
Los locatarios del mercado sufren de la competencia de los distintos tianguis que se instalan muy cerca de donde está el mercado, “no podemos decir que sea competencia desleal, porque también ellos tienen derecho a trabajar, pero muchas veces no tenemos forma de competir”, refirió Manuel, comerciante de pollo en Villas.
En este lugar son 110 espacios comerciales, pero sólo unos 80 están ocupados, y entre los que están cerrados se cuenta que están a nombre de políticos y de líderes de comerciantes, pero que no los han ocupado, ni los rentan, “ojalá los ocuparan porque ver locales abiertos es lo que atrae al cliente. Aquí tenemos cuatro años y todavía no nos hemos aclientado bien”, comentaron.
Y mientras en Villas hay comerciantes echados adelante con este proyecto que ha cumplido cuatro años, uno de los que ha estado en el olvido por décadas es el Valentín Gómez Farías, que está prácticamente en el centro de la ciudad, un poco escondido entre Guadalupe y Arias Bernal, el cual sólo funcionó en sus inicios.
Este mercado que data de la década de los 80, se encuentra semiabandonado, pues de los 133 espacios comerciales que tiene, sólo 25 están ocupados y con clientes permanentes casi que nada más la carnicería y dos que venden frutas y verduras, el resto sigue por tradición.
Los que allí abren todos los días, comentan que no tienen otra opción, pues la herencia familiar es precisamente el comercio y no piensan desistir de dedicarse a esto; “hay días en que pensamos tirar la toalla, pero el pensar que sería dejar de lado nuestro negocio, nos hace levantarnos y esperar que sea un mejor día con ventas que nos permitan la supervivencia”.
Es un mercado en donde la rotación de comerciantes es mucha, pues unos llegan y al poco tiempo se ven en la necesidad de cerrar, pues es muy poca la actividad comercial que hay; “no sabemos que el Municipio no quiera activarlo, o si los dueños de los locales y piedras estén interesados en rentar o vender, el hecho es que es un mercado convertido en elefante blanco”, refirieron varios.
La socióloga Karina Loera refirió que los mercados públicos son espacios de comercio minorista que representan más que un lugar para comprar o vender, son parte de la identidad de la gente, donde es notorio el comportamiento social y de la economía del pueblo y que pudiera inclusive definir un modelo de sociedad en cuanto a la estructuración de los grupos sociales.