Decisión sensata fue cancelar, por este año y por primera vez en su corta historia, el Festival de Calaveras.
Esta pandemia del Covid-19 ha venido a enterrar parte de las tradiciones que pertenecen a Aguascalientes, como la Feria Nacional de San Marcos, que en el no tan lejano año de 2009 otra pandemia le puso pausa cuando recién arrancaba.
En ese entonces la influenza puso de cabeza al país, pero de las primeras y acertadas decisiones que se tomaron a nivel federal fue cancelar cualquier evento que congregara a las masas, pues ya se sabía que la nueva enfermedad estaba causando estragos a lo ancho y largo del territorio nacional y su forma de transmisión era de persona a persona, con el contacto de fluidos, al estornudar, al toser o al tocarse. Casi como ahora con la pandemia del coronavirus, pero no tan letal.
Pero no pasó mucho tiempo para que fuera creado un biológico que inmunizaba al paciente contra este padecimiento cuyos primeros casos se registraron en México; que la gente, a 11 años de la terrible experiencia decida por voluntad propia no vacunarse, eso es otra cosa, a veces difícil de explicar, pues teniendo la solución en sus manos, determine no aplicársela.
Así, al hacerse ayer el no tan sorpresivo anuncio de la cancelación del Festival de Calaveras causó preocupación por la pérdida de ingresos, la afectación, sobre todo, de la vapuleada industria sin chimeneas, empleos, inversiones, tradiciones; pero se salvaguardará a la población de infectarse de una enfermedad cuyos alcances son todavía desconocidos y para lo cual no se ve cura o prevención en lo inmediato.
Y se dice que no fue una decisión tomada a la ligera, pues a poco más de medio año que llegó el coronavirus a México, voces de expertos en salud lanzaban llamadas de alerta para impedir que el mencionado festejo fuera caldo de cultivo para el contagio masivo, como ocurrió en la reciente Ruta del Vino, que mientras duró fue una fiesta en donde no se tomaron las elementales medidas de prevención, lo que se vio reflejado en el incremento de contagios entre los asistentes y de los cuales no pocos terminaron hospitalizados por su imprudente proceder, haciendo temblar a las autoridades de Salud que vieron cómo poco a poco subían las cifras de ocupación en camas de hospital y cuya gravedad los hacía requerir respiradores artificiales.
Pero parece ser que cundió el ejemplo y se decidió cancelar esta fiesta que cada año convoca a miles de aguascalentenses y turistas nacionales e internacionales, por la originalidad del festival.
Mientras no haya una vacuna capaz de prevenir y curar el terrible mal que ha dejado más de 35 millones de contagios en el mundo y más de un millón de muertes, es sensato poner freno a las actividades de riesgo.
Así pues, el Festival de Calaveras se realizará en mejor ocasión, pues esta crisis de salud no será para siempre, pero sí llegó para quedarse.