En un hecho histórico, la Suprema Corte de Justicia de la Nación avaló el uso lúdico de la marihuana, con todo lo que esta decisión conlleva y que no es cosa fácil.
Esto se dio ante el fracaso del Congreso para aprobar una ley que regule esta materia, por lo que se echa abajo la prohibición de sembrar, recolectar, transportar y distribuir esta droga entre particulares.
Seguramente esta apertura traerá muchas consecuencias, buenas y malas, pero creemos que más negativas que las que pudieran tener un beneficio para la sociedad. Los primeros que salieron a celebrar esta histórica decisión fueron los adictos, porque no se les puede llamar de otra manera, que consideran que es su derecho consumir lo que les pegue la gana, pero también está la parte de la sociedad que no se siente preparada para ver a marihuanos cerca de su entorno, y lo que es peor, cerca de sus hijos.
Durante años, en las familias se ha inculcado, sobre todo a los menores, que las drogas no son buenas, que su consumo perjudica a la salud y ahora resulta que es legal su uso y lo que rodea a éstas. Después no nos quejemos.
Aunque una de las condiciones para autorizar el consumo de la marihuana consiste precisamente en que no se podrá utilizar cuando afecte a terceros o en lugares públicos, pero ya sabemos, que parece que en nuestro país las reglas se hacen para romperse, lamentablemente.
Un ejemplo: el tabaquismo, que es una droga legal, es un verdadero problema y ninguna campaña ha permeado en los consumidores que sigan haciendo gordo el caldo a las compañías cigarreras y que lo único que ocasionan es perjudicar su salud, pero como está permitido su uso, pues en todos lados se ve a la gente con cigarro en mano, y muchos lugares públicos, desde hace años, prohibieron fumar en espacios cerrados, lo que juran que se cumple.
Volteemos a ver las instituciones de salud, que soportan una enorme carga financiera por el tratamiento y secuelas que deja el tabaquismo, que van de insuficiencia respiratoria, hipertensión arterial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma, enfisema y hasta cáncer; habrá que observar, por ejemplo, en los Centros de Integración Juvenil, clínicas contra las adicciones y hasta anexos, que saben de primera mano que el consumo de la marihuana y otras drogas, legales o no, no dejan nada bueno para la salud de quienes las consumen ni para sus familias y como sociedad lo sabemos y lo sufrimos.
Ahora sí que están viendo la tempestad y no se hincan, pero no perdamos de vista que nuestro derecho termina donde comienza el de los demás y el uso lúdico de la marihuana de ninguna manera debe afectar a terceros, porque entonces sí, arde Troya.