«La complejidad de los impuestos es en sí un impuesto.»
Max Baucus
México perdió seis lugares en el índice Doing Business 2020 del Banco Mundial, publicado el año pasado, el cual mide la facilidad para realizar actividades económicas. Nuestro país retrocedió del lugar 54 al 60 entre 190 países. En los últimos cuatro reportes hemos perdido 15 puestos. Estamos retrocediendo de manera inquietante.
Este año, cuando se dé a conocer el índice 2021, seguramente tendremos un retroceso adicional. La razón es que se ha vuelto virtualmente imposible abrir nuevos negocios en nuestro país, por lo menos si se busca hacerlo en la economía formal. El Sistema de Administración Tributaria, el SAT, es cada vez más ineficiente. Es verdad que la institución ha mejorado la recaudación, sobre todo por la presión política que el Gobierno ha ejercido en contra de grandes contribuyentes que tenían litigios con la autoridad fiscal, pero los pequeños contribuyentes están enfrentando una situación de pesadilla. No tienen forma de darse de alta, no tienen manera de incorporarse a la economía formal y pagar impuestos.
México tiene un buen desempeño en algunos rubros del Doing Business 2020. Si bien se encuentra en el lugar 60 general, ocupa un muy razonable undécimo puesto en la facilidad para obtener créditos. Mientras que durante décadas era casi imposible para una empresa pequeña o persona física obtener financiamiento, ya que la banca dedicaba casi todos los ahorros para dar préstamos al Gobierno, hoy los bancos compiten entre sí para ofrecer crédito. En contraste, estamos en el lugar 107 en la facilidad para empezar negocios y en un lamentable 120 en el pago de impuestos. Y en estos campos seguimos perdiendo terreno.
Siempre ha sido difícil pagar impuestos en México. Por eso cerca del 60 por ciento de la población trabaja en la economía informal. En los últimos meses, sin embargo, esto se ha vuelto casi imposible, por lo menos para las empresas o personas que buscan darse de alta en el SAT. A veces los responsables explican que se ha cambiado el sistema, otras culpan a la pandemia y otras más afirman que el problema es el recorte de presupuesto.
Facilitar el alta de nuevas empresas o personas que quieran pagar impuestos debería ser una prioridad para el Gobierno. Tan sólo en abril y mayo se dieron de baja 9,984 empleadores del Instituto Mexicano del Seguro Social. Esto podría compensarse con el alta de nuevas unidades de actividad, pero no hay forma de hacerlo. El SAT obliga al nuevo contribuyente a presentarse físicamente para que se le dé de alta y se le otorgue una firma electrónica. Sólo que no está dando citas o afirma que todas las que estaban disponibles, en junio, por ejemplo, ya están asignadas.
El portal del SAT, por otra parte, se encuentra saturado. Si bien es posible generar facturas con relativa facilidad, otras transacciones se han vuelto extraordinariamente pesadas. Una contadora me dice que el sistema está tan lento que tiene que levantarse de madrugada para hacerlas, en espera de que a esa hora el portal no esté saturado. Estar al corriente se vuelve cada vez más difícil.
Es importante que el Gobierno entienda que, independientemente de que quiera repartir dinero para comprar votos, no puede dejar de cumplir con sus funciones básicas. Un Gobierno que por burocracia, por falta de sistemas informáticos adecuados o por carencia de recursos presupuestarios no puede dar de alta a quienes quieren pagar impuestos, está condenado a hundir a la gente en la pobreza.
¿Abrazos?
Dice el Presidente que su estrategia contra el crimen organizado es repartir abrazos y no balazos. Pero este fin de semana la Guardia Nacional y la Fiscalía General de Guanajuato detuvieron a 27 integrantes del Cártel de Santa Rosa de Lima, entre ellas a la mamá del líder, El Marro, quien ordenó acciones de violencia contra la sociedad.
Twitter: @SergioSarmiento