«Ya no va a haber guardaditos el año que entra».
ARTURO HERRERA
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, sabe que no ha pasado lo peor. «Lo que estamos viviendo ahorita, y vamos a seguir viviendo por los próximos meses, es la crisis sanitaria y la crisis económica más seria del último siglo». Lo dijo en un encuentro con diputados de MORENA: «Va a ser la crisis más fuerte desde 1932». Y añadió: «Ya no va a haber guardaditos el año que entra. Entonces, las condiciones económicas van a ser mejores, pero con menos espacio para poder tener amortiguadores».
El secretario Herrera espera una caída de 7.4 por ciento en 2020, una cifra mayor a las de los desplomes de 1983, 1986, 1995, 2009 o cualquier otra crisis reciente. El Banco de México ha ofrecido tres escenarios con tasas de contracción todavía mayores, de 8.8, 11.3 y 12.8 por ciento. La caída de 1932, en la Gran Depresión, fue de un 14 por ciento, aunque los instrumentos de medición no eran tan precisos como en la actualidad.
Y, efectivamente, ya no quedarán guardaditos. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha estado utilizando los recursos de los fondos de estabilización y fideicomisos para financiar el gasto corriente y la inversión en sus proyectos faraónicos, como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.
El propio secretario de Hacienda ha advertido a los diputados de MORENA que va a enviar un presupuesto «muy cuidadoso, muy prudente, muy responsable» para el 2021 «y que va a requerir la comprensión y la solidaridad de muchos». Esto significa que habrá una mayor reducción en el gasto que no involucre a los proyectos del Presidente.
Una reducción en el gasto del Gobierno hará más difícil que se registre una recuperación o hará ésta más anémica. Las grandes obras de infraestructura del Gobierno otorgarán un impulso temporal a la economía, es cierto, pero como no serán rentables, se convertirán al final en elefantes blancos. La cancelación de muchas otras obras de infraestructura que realizaba el sector privado, como las plantas de generación de electricidad, no sólo disminuirá el impulso a la economía, sino que generará problemas de abasto importantes más adelante, particularmente en energía.
Es verdad que puede haber un mayor impulso proveniente del exterior. La economía de Estados Unidos tendrá un repunte más rápido, tanto por la mayor flexibilidad de inversión como por el enorme impulso que el Gobierno le está inyectando con gasto público, que podremos aprovechar con el T-MEC. El propio Gobierno espera que las remesas sigan fluyendo con generosidad. Pero no deja de ser paradójico que un régimen que nos prometió crecimiento y autosuficiencia termine dependiendo de Estados Unidos y de las remesas de los trabajadores que han salido del país por no haber encontrado aquí oportunidades.
Es verdad que ante la crisis el Presidente, que en campaña prometió a los mexicanos una mayor tasa de crecimiento, ahora dice que el crecimiento no es importante. Lo que realmente importa es la felicidad… y los mexicanos están felices. Su política de repartir enormes cantidades de dinero en dádivas ha ayudado, efectivamente, a apuntalar su popularidad, y supongo que su felicidad personal; pero la experiencia nos dice que un país que no genera crecimiento económico y que no construye una mayor prosperidad no puede dar a sus habitantes un nivel de vida digno.
OLVIDOS
El presidente López Obrador declaró el 26 de agosto: «Yo no veo, no he tenido encuentros, ni siquiera he hablado por teléfono desde hace seis meses con el fiscal Alejandro Gertz Manero, y yo creo que llevo el mismo tiempo de no ver al presidente de la Suprema Corte de Justicia». El 2 de junio, sin embargo, afirmó: «He hablado personalmente con el presidente de la Suprema Corte, con el fiscal de la República, y hemos llegado al acuerdo de trabajar de manera conjunta…». ¿Se le olvidó?