Bogotá, 24 jul (EFE).- Preparada y lista para todo. Así se siente Diana Solano, la colombiana más conocida en el mundo del kickboxing, que irá a Argentina a dejar el nombre del país y su puño en alto.
La bogotana de 32 años competirá en agosto en el desafío Wako Grand Prix de kickboxing (WGP) en Buenos Aires, pero estará con la mente puesta en el Mundial de Bosnia y Herzegovina, del 19 al 27 de octubre próximo, al que ya se clasificó.
Solano, la principal figura del kickboxing en Colombia, lidera el grupo de mujeres que día a día se ha ganado un espacio en este deporte de contacto.
«La expectativa que tengo es muy grande, estamos compitiendo contra las mejores de Latinoamérica. Mi primera contrincante será una argentina, Andrea Salazar. Hay otra argentina que se llama Janeth Maestrojuan, y la brasileña Diana Leda. Son chicas súper fuertes, pero estoy muy contenta de poder hacer una buena representación», dice.
Y es que la líder del equipo Latorre Sports es la referencia para las mujeres que la siguen y para el grupo de deportistas que la tienen como profesora, el ejemplo de una guerrera.
«La idea es dejar la puerta abierta. Dejar un muy buen linaje para el resto de chicas que nos siguen y, obviamente, ganar. Vamos con toda y por ser un WGP, es un campeonato muy importante en el que se ha entrenado muchísimo para poder ganar».
Eso lo tiene muy claro: ganar. Aunque visualiza el triunfo, este no la aparta de su concentración.
Solano, cinturón negro primer dan en kickboxing ha participado en todos los eventos Wako a nivel nacional y ha sido campeona en varios de ellos.
También logró el subtítulo suramericano en la modalidad de Low Kick que se realizó en Foz de Iguazú (Brasil) y fue subcampeona Panamericana en el campeonato de Cancún (México) que la clasificó al Mundial de Bosnia de este año.
«Llegar al kickboxing fue un tema bastante fuerte. Hace 12 años pasaba por un problema personal y empecé a entrenarme. Todo esto generó en mí una fuerza en la que empecé a ver resultados físicamente. Comencé a participar en eventos por mantenerme ocupada y fue muy satisfactorio ver que tenía con qué. Desde entonces ando en la práctica del arte marcial», expresa Solano.
Pero el camino al éxito no ha sido fácil para ella ya que las dificultades, como las victorias, también han estado ahí.
«Como son eventos internacionales pienso en los gastos. El hecho de no contar con una ayuda económica fija, con un patrocinio, ha sido un poco difícil, pero no imposible para poderlo lograr. Creo que contar con apoyo sería bueno a futuro para hacer una mejor representación».
Sin embargo, Solano no está sola. En el cuadrilátero tiene a los mejores en su esquina. Y fuera de el, su familia es su gran motor.
El apoyo desde las artes marciales lo tiene con Guillermo Latorre, presidente de la Asociación Nacional de Kickboxing, que pertenece a la World Association of Kickboxing Organizations (WAKO); del sensei Juan Carlos Ochoa, su director técnico, cinturón negro primer dan en Karate Kyokushin y tercer dan en kickboxing; y del sensei Hernando Urrego, primer dan en karate kyokushin, quien se encarga del acondicionamiento físico.
Sobre el presente del kickboxing colombiano, Latorre afirma: «En Colombia tenemos diferentes líneas de organización en kickboxing y la tarea es poder agrupar a los diferentes líderes del deporte y llevarlos por la misma ruta. La tarea es llevar un representante colombiano a los diferentes eventos internacionales».
La filosofía, añade Latorre, es realizar un colectivo grande que tenga unos ídolos y que esta gran masa, que lo conoce y que se vuelve adepta, sea la que de una u otra forma lo sostenga.
«Lo veo de esta forma porque la posibilidad de adquirir los dineros públicos en el deporte nos podría dar, en comparación con otros, un 15 o 20 % de lo que se debería gastar en realidad por total. Cuando ya sabes que un deporte que no es el fútbol o el ciclismo quiere crecer y profesionalizarse, debes hacer mercadeo para que realmente sea conocido».
Y a eso le apuntan con Diana Solano. A masificar el kickboxing en el país y a seguir en el sendero del triunfo, con el puño en alto.