La sorpresa, entre muchas noticias generadas ayer, fue la designación de Delfina Gómez Álvarez como la nueva secretaria de Educación Pública.
Y fue sorpresiva porque a la ex-candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México, que perdió frente al priísta Alfredo del Mazo, no figuraba en ninguna terna de posibles candidatos a suceder a Esteban Moctezuma Barragán, quien, si recibe el beneplácito de Estados Unidos, será el nuevo embajador de México en ese país.
Moctezuma desarrolló un buen papel frente a la Secretaría de Educación, pues entre otros logros, tuvo a su cargo la implementación de la estrategia de Aprende en Casa, el máximo esfuerzo desarrollado por las autoridades para intentar que ningún niño de educación básica pierda el año escolar, ya que las actuales circunstancias de salud lo hacen obligado.
A la maestra Delfina, sin demeritarla en ningún sentido, se le conoce básicamente por haber sido alcaldesa de Texcoco, Estado de México, de donde saltó a la candidatura de la gubernatura y que pese a un gran aparato publicitario, cuestionado en su momento, no logró suceder en el cargo a Eruviel Ávila, quien había hecho un buen trabajo como mandatario.
Gómez Álvarez actualmente es senadora con licencia y fue electa por mayoría relativa; anteriormente también fue diputada federal; lo que se sabe de su curriculum es que es licenciada en Ciencias de la Educación, cuenta con grado de maestría y fue maestra de primaria; esos son sus méritos.
Ayer mismo, tras conocerse su designación, hubo voces a favor y en contra; muchos piensan que hará un buen papel porque ha sido maestra y se supone que conoce las entrañas del sistema educativo en México, porque de no ser así, se estaría incurriendo en un error, ya que la educación es un área sensible donde no se puede y no se debe improvisar.
Las voces en contra, como las del PRD, señalan que el presidente Andrés Manuel López Obrador nuevamente hizo cambios en el Gabinete sin que la persona designada cumpla el perfil que demanda la situación actual.
Su designación es un arma de doble filo: si la maestra Gómez no cumple con lo encomendado y logra, por lo menos, mantener el nivel en que dejó la SEP su antecesor, Moctezuma Barragán, la educación estará en riesgo.
Sus méritos tendrá para que el jefe del Ejecutivo la coloque en una posición de suma importancia, nada más estar al frente de la educación de la niñez y juventud mexicana, un cargo nada fácil y que se espera, por el bien de México, que lo haga bien, pues de ella dependerá el futuro de las nuevas generaciones.