Hay una escena narrada en la Biblia que me conmueve e inquieta. El evangelista Lucas narra que Jesús, antes de ser arrestado por los soldados romanos, se alejó del grupo y oró en el Huerto de Getsemaní al pie del Monte de los Olivos. El nazareno sabía que su pasión estaba por comenzar y empezó a sufrir, incluso pidió al Padre que omitiera esa prueba, pero dejó en Él la voluntad. Mientras oraba, de rodillas, su sudor caía al piso como grandes gotas de sangre. Su agonía era tal, que un ángel bajó del cielo para reconfortarlo en esos momentos de sufrimiento.
En tan pocas palabras hay una enorme cantidad de información.
La palabra pasión viene del latín passio, del verbo pati, patior (padecer, sufrir), se trata de un estado pasivo, quien está en pasión sufre y padece. Jesús sabía, cuando entró al huerto de árboles de olivo, que era cuestión de horas para que comenzara la prueba que terminó con su crucifixión.
El evangelista Lucas describe que mientras oraba, Jesús sudó sangre.
La ciencia, siglos después, nos informó que eso se llama hematidrosis, también conocido como hemohidrosis o hematohidrosis. Suele presentarse en personas altamente estresadas.
Trataré de ser breve y sencillo para resumir lo que indica la ciencia al respecto.
Ante el peligro, el sistema nervioso entra en alerta máxima, aumenta la presión arterial a causa del estrés. Desde el intestino se envía una gran cantidad de plasma para surtir de vital líquido al corazón y al cerebro a fin de que ambos respondan de la mejor manera ante el riesgo que se aproxima. La piel entra en acción y a través de los poros expulsa sudor y sangre para aligerar la presión sanguínea.
A eso, en síntesis, se refería Lucas cuando escribió que Jesús sudó sangre.
El evangelista narra que Jesús estaba sufriendo y un ángel bajó del cielo a reconfortarlo.
No precisa cómo lo reconfortó. Me gusta imaginar que el ángel lo abrazo mientras oraba, o que estuvo a su lado en silencio u orando con Él. Lucas no entra en detalles.
He visto varias imágenes recreadas al respecto, y en la mayoría de ellas se ve un ser andrógino, a veces con alas y a veces sin alas, sosteniendo al nazareno entre sus brazos.
Aquí surge otro dato. Hay varios tipos de ángeles, los cristianos hablan que se trata de nueve divididos en tres jerarquías.
Primera jerarquía: Serafines, Querubines y Tronos.
Segunda jerarquía: Dominaciones, Virtudes y Potestades.
Tercera jerarquía: Principados, Arcángeles y Ángeles.
Los ángeles de menor jerarquía, el noveno de nueve, son considerados un mensajero entre Dios y los humanos. Aparecen varias veces en la Biblia, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento.
Los ángeles guardianes son los más cercanos a los humanos y se manifiestan a través de sueños, hechos o personas. No toman decisiones por nosotros, pero nos guían en los pasos a seguir, buscan que nuestras acciones nos lleven de regreso a la energía de la que ambos provenimos.
He conocido muchos ángeles en mi vida. Nunca me cansaré de agradecer y decir que soy un tipo con suerte. Una persona que te escucha, que te reconforta con su presencia en las horas de angustia, de incertidumbre y frío en el alma, es un ángel.
Quien te abraza en el dolor. La que te tiende la mano para levantarte. La que calla para no herirte. La que sonríe para que no llores. La que llora en silencio y a escondidas para que tú sonrías. La que te escribe buenos días o buenas noches y aparece su mensaje en la pantalla de tu celular allá en tu soledad. La que te aconseja. La que te apoya. La que te llama la atención. La que te perdona. Esas personas son ángeles.
Si un ángel reconfortó a Jesús, ¿de cuántos ángeles necesitaremos nosotros para ser fuertes y no equivocar el camino?
Deseo que en los momentos más complicados de nuestra existencia haya un ángel a nuestro lado. Que haya luz para no tropezar en la oscuridad. Que exista un consejo sabio en un oído que escuche. Una mano para apoyarnos y un hombro para llorar.
Que haya pan para saciar el hambre y agua para apagar la sed, y que a los que tenemos su agua y su pan, nunca nos falte hambre y sed de Dios.
¡Gracias Mamá!