México, 25 oct (EFE).- Susan y otras dos compañeras entran sonrientes a la habitación que el cliente preparó. Forman parte de una empresa mexicana que ha trasladado los bailes eróticos a los hogares para ejecutar los movimientos sensuales con distancia segura y ofrecer sana diversión durante la pandemia de covid-19.
Susan Vázquez es bailarina desde hace cinco años, ha estado en televisión y bailado con múltiples artistas, y desde hace dos años forma parte, como jefa de equipo, de la compañía Mi último beso, que ofrece servicios de «table dance» a domicilio por la cuarentena.
«Realmente no es una actividad esencial, pero somos un entretenimiento artístico y toda la gente nos ha buscado para festejar ocasiones. La gente busca algo de diversión, un momento de paz, porque han estado mucho tiempo encerrados», cuenta la bailarina en entrevista con Efe.
Junto a su equipo, Susan crea coreografías adaptadas a cada momento, por lo que en esta ocasión, cercana al Día de Muertos (1 y 2 de noviembre), tienen un show especial protagonizada por una catrina (mujer calavera) que lleva un espectacular sombrero y está rodeada de bailarines que mantienen la llamada sana distancia.
SANA DISTANCIA PARA NO ELEVAR LA TEMPERATURA
Desde su fundación hace ocho años, Mi último beso se propuso la tarea de salvaguardar la seguridad de los clientes, que se había ido perdiendo conforme aumentaba la inseguridad durante la vida nocturna en México.
Tras el cierre económico de marzo, abril y mayo por el nuevo coronavirus, Valente Estrada, director de la compañía, vio necesario implementar un protocolo sanitario.
Al llegar al domicilio, se mide la temperatura a los bailarines y se muestra al cliente. A continuación se hace lo mismo con el anfitrión o anfitriones y se procede a desinfectar el área donde se realizará la actuación.
Es entonces cuando ya puede empezar el espectáculo: contoneos, música alta, diversión y erotismo, pero todo con cubrebocas y la distancia requerida.
«La gente sigue teniendo temor y miedo pero el espectáculo para todos nosotros es una necesidad. Como llevamos ya años trabajando, tenemos clientes de muchos años y de mucha confianza (…) El show tiene que continuar, tiene que seguir… Esto es parte de nosotros desde tiempos que muchos ni nos acordamos y aquí seguiremos», explica Estrada, agradecido con los clientes de confianza.
DIVERSIÓN PARA ADULTOS Y SEGURIDAD PARA TODOS
Es el caso de Ricardo Jacobo Arias, un cliente habitual desde hace tres años que en esta ocasión disfruta de ver bailar a las tres chicas, cuyo espectáculo contrató seguro de que la diversión no estaría ligada al riesgo.
«Es un show artístico creo que hay más ahora la necesidad de tener el show en nuestra casa como cualquier otro servicio, porque al final de cuentas es estar encerrado y estar tanto tiempo sin contacto humano. Esto nos gusta y sabemos que es sano. Así como hay espectáculos para niños también hay espectáculos para adultos, es un rato de entretenimiento», relata Arias.
Junto a otros dos amigos, este cliente admira el erotismo del baile de las mujeres, que dicen disfrutar de su trabajo y sentirse seguras frente a la covid-19, que acumula más de 880.000 contagios y 88.000 muertos en el país.
Ellas entran a la sala y, poco a poco, cada una con su canción, van quitándose la ropa mientras bailan, para terminar todas juntas ante la exaltación de los asistentes.
En todo momento están acompañadas por dos hombres de seguridad de la empresa para prevenir que no haya ningún problema con los clientes en un país que sufre un crisis de violencia machista, con el asesinato de 10 mujeres cada día.
«Los clientes suelen ser conocidos. Se cubren por estar en su casa y por eso nos gusta, porque están seguros y también nos cuidan por parte de la agencia», concluye Vázquez, quien muestra durante todo el espectáculo la unidad con sus compañeras y lo disciplinado que es su trabajo.