Tallulah Willis, hija de Bruce Willis, habla por primera vez del trastorno del espectro autista con el que fue diagnosticada hace poco menos de un año, hecho que le cambió la vida, pues antes de conocer su padecimiento, se castigó así misma durante años, pensando que era una joven rara y con poca inteligencia.
La hija menor que Bruce y Demi Moore tuvieron, Tallulah Belle, abrió su corazón hace un par de días, al contar a sus seguidores de Instagram que padece autismo.
La joven, que en febrero cumplió 30 años, compartió un video de cuando tenía 10 años, donde aparece en la alfombra roja de la cinta «The Whole Ten Yards», protagonizada por su padre.
En el clip, donde Willis carca tiernamente a Tallulah, se puede apreciar como la pequeña tiene un comportamiento repetitivo e impulsivo.
Mientras Bruce, que en esa época tenía 49 años, atendía a las preguntas de la prensa, Tallulah enfocaba toda su atención a las orejas de su padre con las que jugaba y doblaba, lo que hizo que el actor interrumpiera un momento su respuesta y la mirara, lo que causó la timidez de su hija.
Junto con el video, la joven escribió la frase: «Dime que eres autista sin decirme que eres autista».
Pronto, uno de sus seguidores le preguntó en los comentarios acerca de cuándo había sido diagnosticada con autismo y, sorpresivamente, Tallulah contestó: «En realidad, esta es la primera vez que comparto públicamente mi diagnóstico, lo descubrí este verano y cambió mi vida», escribió.
El Center for High Quality Health Care Services demostró que el 80% de mujeres con autismo no son diagnosticadas con el padecimiento neurológico, sino hasta después de los 18 años.
Esta no es la primera vez que la menor de las Willis se sincera acerca de sus padecimientos clínicos, pues el año pasado también relató la batalla que había enfrentado con la anorexia nerviosa, trastorno alimenticio que padeció durante cuatro años.
Su apetito también se redujo debido a los medicamentos estimulantes que le fueron recetados para tratar su trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
De acuerdo con su historia, la enfermedad cobró fuerza cuando dejó su adicción al alcohol y se refugió en la práctica de limitar el consumo de alimentos como un nuevo mal hábito en el que enfocarse.
«Durante los últimos cuatro años he sufrido anorexia nerviosa, de la que me he mostrado reacia a hablar porque, después de estar sobria (desde) los 20 años, restringir la comida me pareció el último vicio al que podía aferrarme», contó en sus redes sociales.
Tallulah llegó a pesar 38 kilos, peso que le produjo graves problemas de salud, como relató ella misma, al reconocer que, cuando salía a dar un paseo, necesitaba cerciorarse de que hubiera un sitio donde tomarse un respiro y recuperar energías, antes de continuar su caminata.
«No podía caminar en mi vecindario de Los Ángeles porque tenía miedo de no tener un lugar donde sentarme y recuperar el aliento», rememoró.