Tlahuelilpan (México), 16 ene (EFE).- El municipio mexicano de Tlahuelilpan acaparó el 18 de enero de 2019 la atención de todo el país por una explosión en un oleoducto de Petróleos Mexicanos (Pemex) que dejó 137 muertos, una tragedia sin precedentes cuya gestión sigue en entredicho.
El presidente municipal de la localidad, Juan Pedro Cruz Frías, reconoció un año después del desastre que el único apoyo que han recibido las víctimas y sus familiares son «algunas becas» por parte del Gobierno de céntrico estado de Hidalgo y también se han beneficiado de algunos programas sociales del Ejecutivo federal.
Además, Cruz admitió en entrevista con Efe que «algunas personas no han recibido el apoyo como debería de haber sido» y lamentó el futuro de los niños que perdieron a sus padres en esa toma clandestina de Pemex que reventó por causas que aún se desconocen.
La explosión se produjo cuando centenares de vecinos aprovechaban una fuga en un oleoducto para sustraer gasolina, justo después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador hubiera declarado el combate frontal contra esta práctica.
En 2018, según el Gobierno, los huachicoleros, como se conoce a los ladrones de combustible, hurtaron lo equivalente a 20 millones de barriles de petróleo anualmente, mientras que en 2019 ese número se redujo a poco más de 1,8 millones, según cifras oficiales.
«Yo, como presidente municipal, negué desde el principio que Tlahuelilpan haya sido un municipio huachicolero. Definitivamente, no. Se ha distinguido por ser un pueblo trabajador», insistió Cruz sobre la actuación de sus ciudadanos el día del accidente.
Los vecinos, según algunos de los afectados por la explosión, se dirigieron al lugar de la fuga animados por la cantidad de combustible que emanaba, visible desde muchos puntos de la localidad, y no porque el hurto de gasolina fuera su modo de vida.
LA TRAGEDIA PERDURA
«Yo lo viví», contó a Efe Guadalupe Barrera Jiménez, que perdió a seis familiares. «Hablé con un familiar todavía antes de que viniera a la toma. Nosotros le dijimos que no viniera», relató.
Barrera explicó que «por suerte» pudo identificar a sus parientes fallecidos y darles sepultura, algo para lo que las autoridades le ayudaron económicamente, pero reveló que cree que la cifra de víctimas es muy superior a lo reportado.
«Uno de mis hermanos vino en el momento y dijo que había muchos, muchos, cuerpos calcinados y yo siento que fueron más de 500 personas que fallecieron», dijo Barrera muy cerca de la zona cero.
Según constató Efe, esta zanja está ahora cubierta de arena, sin que se haya aclarado cuántos cadáveres quedaron bajo la tierra, según han denunciado algunos habitantes.
Óscar Cruz, propietario de una funeraria en el vecino pueblo de Mixquiahuala de Juárez, recibió el llamado del Gobierno para ayudar en las tareas de levantamiento de los restos de los fallecidos y concretó a Efe que «eran muchísimos cuerpos».
«Nos pidieron apoyo a nosotros y a otras dos funerarias para hacer el levantamiento con nuestras unidades, las carrozas y los equipos de traslado», reveló, aunque luego los análisis de ADN se realizaron en Tula, adonde se llevaron los restos.
La finca donde se produjo el reventón, que era propiedad de Pemex, está hoy ocupada por mausoleos y cruces improvisadas, hechas por los familiares en un terreno que les iba a ser cedido, aunque ahora mismo no está muy claro a quién pertenece.
«La zona cero tengo entendido que todavía está bajo el resguardo de la Fiscalía General de la República. No tengo otra información, porque forma parte del territorio de Tlaxcoapan, Hidalgo», explicó el presidente municipal.
La casa más cercana al predio de la explosión es la de Lucida Rodríguez Ordaz, quien confirmó a Efe que todavía hay gente que, desasistida por las autoridades, sigue buscando por su cuenta a sus familiares desaparecidos.
«El otro día todavía veíamos, nosotros que salimos al solecito, cómo había personas que andaban buscando a sus familiares. Grupos de cuatro o de cinco pasaban por atrás de la casa», aseguró la humilde vecina.
Rodríguez estaba cocinando tamales el día de la explosión, cuando empezó a llegar a su jardín «un fuerte aroma a gasolina», y a las horas vio y oyó cómo pasaban «los helicópteros, las ambulancias y gente que gritaba y que pedía auxilio».
«Algunos todavía hablan de eso hoy en Tlahuelilpan. Muchos simplemente que recuerdan a sus familiares que fallecieron. Muchos platican todavía», repitió abrumada.
Ese recuerdo presente en los vecinos no se va a materializar en ningún monumento que mantenga la memoria de los fallecidos, según aclaró el presidente municipal, aunque sí se va a inaugurar un muro de honor por las personalidades notorias del municipio ahora que se cumplen 50 años desde su fundación.
«Nosotros solamente queremos recordarlos como lo que fueron, nuestro familiares con los que pasamos momentos a gusto y alegres. Pero tanto como construir un monumento, en este momento no lo hemos pensado», manifestó Cruz.
Los actos previstos para este sábado, cuando se cumplirá un año justo del accidente, se reducen a una izada de bandera a media asta y a una ofrenda floral.
El presidente municipal, que pertenece al partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), liderado por López Obrador, invitó al presidente al acto de conmemoración, aunque, según la agenda remitida a los medios, el máximo mandatario mexicano no asistirá a esta.
No obstante, anunció que para este viernes dará a conocer un informe «sobre la desgracia» de Hidalgo, que en otras ocasiones ha llegado a calificar como el momento «más doloroso de todos» que ha vivido en su mandato.