Houston (TX), 10 jun (EFE News).- Un restaurante de comida mexicana de la ciudad de Amarillo, en Texas, no abrió todavía y ya piden su cierre, y no por la mala presentación de sus platillos sino por su nombre, «Big Beaners» (Grandes Frijoleros), término peyorativo que ha despertado gran indignación en la región y redes sociales.
Dentro de las organizaciones que participan en el pedido de boicot se encuentra la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, en inglés) en Amarillo, la organización North Heights Advisory Association (NHAA) y propietarios de negocios en la ciudad y pastores religiosos, entre otros.
Según dijo a Efe Ryan Brown, abogado de Blackburn&Brown, firma de abogados que se ocupa en defender derechos civiles y que también se han unido al llamado, el dueño del negocio «tiene el derecho» de nombrar su negocio con cualquier nombre «racista», pero que ellos, por su parte, tienen el derecho a «boicotearlo».
Y, sin duda, eso es lo que están haciendo, incluso antes de la apertura prevista del local, el 19 de junio. Y tanto es así que las cosas han ido a mayores y el dueño del local denunció a medios locales de varios incidentes de vandalismo en su restaurante.
Para Nicolás Kanellos, docente de la Universidad de Houston, la elección de ese nombre responde a una «falta de sensibilidad, de comprender la cultura y hasta de su propia clientela».
Más de 10.000 personas han firmado una petición que circula por redes sociales creada por Ali Ramos, trabajadora social y residente de Amarillo en la plataforma change.org para que el abogado Jesse Quackenbush, dueño del restaurante. retire los letreros y cambie el nombre despectivo con el que se referían a los mexicanos en EE.UU. durante los años 70 del sigo pasado.
«Es una vergüenza absoluta y una muestra repugnante de racismo descarado que no es digno de Amarillo. Quackenbush no merece nuestro dinero y su negocio xenófobo solo debe abrirse si hay un nuevo nombre y logo», señala la petición.
Brown asegura que la ciudad no puede «obligar» a Quackenbush a cerrar o cambiar el nombre porque esta «protegido por la primera enmienda», pero espera que la comunidad se una a ellos para «no gastar su dinero en este restaurante» y hacerlo en otro lugar.
La imagen comercial del restaurante lleva un frijol que porta un gran bigote, un sombrero mexicano y botas charras.
«Es completamente increíble que alguien decidiera hacer esto en pleno 2020», afirmó a Efe Kanellos un tanto desconcertado.
El profesor explica que ese diminutivo peyorativo se «remonta al siglo XIX cuando hubo en Texas el conflicto entre los nuevos inmigrantes angloamericanos y los mexicanos residentes, a quienes llamaban «beaners» (frijoleros).
«Todo el mundo en Texas sabe la historia de la palabra, no se puede creer que este señor no lo supiera», opinó Kanellos. quien dice que «merece una respuesta de la comunidad latina» e incluso un «boicoteo» local.
Brown considera «absurdo» que Quackenbush haya dicho que escogió el nombre y la imagen porque le gustan «los frijoles y los huevos», cuando por el contrario «tuvo una gran variedad de opciones para escoger».
Organizaciones de derechos civiles como la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC, en inglés) y la NAACP, hicieron públicos sus reclamos en cuanto al uso del término racista.
El presidente de NAACP de Amarillo, Floyd Anthony, dijo en una carta dirigida a Quackenbush publicada la semana pasada en Facebook que el uso de «beaners» equivale a «poner la rodilla en los cuellos de todas las personas de descendencia o herencia cultural mexicana» en referencia a la muerte del afroamericano George Floyd cuando estaba bajo custodia policial.
Además, agrega, este tipo de iniciativas prolonga la «espiral de intolerancia y odio racial» que se está volviendo algo «políticamente correcto» en el país.
El jueves pasado Quackenbush dijo a un medio local que estaría dispuesto a cambiar el nombre y la imagen solo bajo ciertos términos, y sin admitir las «acusaciones absurdas» de racismo hechas por ambas organizaciones.
Solicita entre otros, que las organizaciones le provean la petición hecha en contra del restaurante para verificar si quienes firmaron son residentes de Amarillo o de la región texana del Panhandle, así como que le sea entregado un acuerdo firmado por los miembros y quienes firmaron la petición donde «prometen nunca entrar a ‘Big Beaners’ cualquiera sea la razón».
Según Brown, el dueño «no quiere realmente solucionar este problema al hacer una oferta semejante», y sostuvo que ni él, como tampoco LULAC o NAACP, tuvieron que ver con dicha petición y manifiesta que al negocio «le irá mal».
«Amarillo y la región de Panhandle es una gran área del país que apoya a Trump, y es ese sentimiento racista dentro del ala derecha del Partido Republicano del que Quackenbush se está aprovechando para atraer a su audiencia», dijo Brown.
«Es el peor momento para hacer esto con todo lo que está sucediendo en el país», puntualizó.