“Hacer el plato” era una de las costumbres que, según cuenta la historia, se diera en los festejos taurinos en nuestro país, allá por los años 40 en la Península de Yucatán, en esas poblaciones donde las plazas eran de palos o carretas que formaban el ruedo y donde los bureles eran criollos, donde antes de que se lidiara el último astado de la tarde los toreros actuantes salían con capote extendido y otra persona por delante de ellos llevaba un pequeño cartel solicitando ayuda para cubrir los gastos de los actuantes o los de algún compañero caído y así el público les arrojaba monedas desde el tendido, repartiendo entre ellos lo recolectado.
A finales de los años 40 y en los 50 se dio también esto en la Plaza de Toros Monumental México en algunas novilladas, además de que también se dio en el Toreo de Cuatro Caminos en 1960 en un festejo menor donde actuó el yucateco Álvaro Cámara.
Esta petición para apoyar a algún novillero, matador, monosabio, mozo de espadas o persona que dentro del medio taurino se encontrara en desgracia no sólo se hacía en México sino en todo el orbe taurino, con mayor frecuencia en la provincia de Guadalajara, España, en donde se le conoce como “echar el guante”, así como en Huelva y en muchas plazas de segunda y tercera categoría.
También en nuestro país se tiene este detalle dentro de las llamadas “Chonadas” o “Novenarios” que se dan en los estados de Jalisco, Tlaxcala, Zacatecas, entre otros, pero ese romanticismo del que se vivía anteriormente poco a poco se ha terminado, ya que al paso del tiempo no faltaron los vivales que, observando que con la bondad del público se podía ganar en muchos casos unos buenos centavos, hacían “el plato”.
Ejemplo de esto y entre muchos “trucos” que esos “toreros” hacían para engañar a la gente era el ir a donde están los ejemplares de bravo con el carnicero y llenar un bote, vasija o vaso, para cubrir con el líquido sanguíneo del animal a uno de los actuantes, que, acostado sobre un capote en la entrada principal de la plaza y dos o tres “compañeros” con cara de aflicción, se solicitaba el apoyo para el “torero caído”, ya que estaba con “una cornada muy grave” y no había dinero alguno para operarle, y, viendo el público al ensangrentado, con noble corazón depositaba el dinero sobre el capote, reuniendo buenos centavos, y esperaban a que saliera el último aficionado para que el milagro se diera y el “moribundo” se levantara y caminara más derecho que un poste para emprender todos la graciosa huida.
Hay una “historia” que hace muchos años se dio en el vecino municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, en lo que fue el Lienzo Charro de la Alameda que también servía para dar festejos taurinos y donde en una tarde de domingo del mes de febrero se presentara “Cantimplas” y su cuadrilla de toreros bufos. Ese día las vacas procedieron de la ganadería San Matías, con muchos kilos y muy cornalonas, que de no haber sido por la experiencia de “Cantimplas” y sus compañeros, las cosas hubieran sido diferentes. Aun así, los revolcones fueron muchos y muy fuertes terminando al final todos golpeados, con la ropa rota, llena de sangre y eso dio pie a que tres fueran a colocarse afuera del lienzo a solicitar ayuda, todos sobre un capote, con un gran resultado económico aparte del sueldo acordado con el empresario.
Ahí no paró la cosa, sino que alguien del público le avisó al cura del lugar y éste fue a dar confesión a los “moribundos” que fueron llevados después a la casa del presidente municipal, quien les dio de cenar y algo de beber a los que no estaban “graves”, para que ya entrada la noche regresaran todos a Aguascalientes. Hasta ahí todo estaba bien, pero quien mejor recuerdo tuvo nueve meses después de todo esto fue el mismo alcalde, ya que una de sus hijas le hizo abuelo con uno de los “toreros”.
Así las muchas cosas dentro del mundo del toreo donde todo puede suceder, desde “hacer el plato” hasta llegar “empresarios taurinos” a ofrecer presentar a las máximas figuras del toreo en equis o ye población de nuestro país en donde se les da un adelanto para cerrar los contratos y después de muchos años todavía los siguen esperando.