Andar en silla de ruedas por la ciudad y en general por todos los pueblos del Estado resulta por demás complicado, y no sólo por la fuerza que deben tener quienes están obligados a su uso, sino porque las calles, banquetas y andadores son imposibles de transitar.
Quienes utilizan silla de ruedas para moverse consideran que practican un deporte extremo, pues tienen que identificar y medir por dónde quieren pasar, a dónde quien llegar y si acaso pueden hacerlo.
A su paso se encuentran banquetas sin rampas o bien tan altas que parecen resbaladillas, basura, piedras, autos estacionados en el poco espacio que se les destina a su paso, escaleras, anuncios de tiendas, postes y esto hace que para ir de un lado a otro tengan que hacer todo un circo.
Carlos Pérez Muro, presidente del Consejo Estatal de Personas con Discapacidad, manifestó que antes y ahora, las ciudades han sido diseñadas por gente que sólo en el discurso considera a quienes andan en sillas de ruedas, pero en los hechos las obras son muy limitadas.
De acuerdo a información del DIF Estatal, en Aguascalientes se estima que hay 55 mil personas con discapacidad en estado, de los que la mitad enfrentan una debilidad motriz, y cada año se suman niños y adultos a este sector de la población, ya sea por enfermedad o accidentes, urge la toma de conciencia por parte de los ciudadanos para respetar los espacios destinados para ellos.
Arturo Jiménez, usuario de silla de ruedas desde su infancia, dice que desde siempre la infraestructura urbana ha sido complicada para ellos, “nunca ha cambiado, la ciudad crece y hacen rampas, las desbaratan, las cambian de ubicación, de inclinación, pero siempre es difícil para nosotros usarlas, más cuando no tenemos quién nos ayude a empujar la silla”.
Silvia Ruiz, quien a causa de un accidente automovilístico hace 5 años quedó inválida, refirió, “si para una mujer en tacones es difícil andar por las banquetas y andadores de la ciudad, porque hay adoquines y empedrados, lo mismo para las señoras que traen carriolas, imagínese para quienes necesitamos la silla de rueda para trasladarnos; lo peor es cuando necesitamos entrar a un edificio público, como el banco u oficinas de Gobierno, el espacio que nos han dejado es mínimo”.
José Guadalupe Chávez tiene 63 años de edad, vive en el fraccionamiento Rodolfo Landeros Gallegos, comentó que aunque tiene coche, siempre batalla para estacionarse porque los lugares son ocupados por gente que no los necesita. “Total, transitar por las calles del Centro es demasiado peligroso, siempre mi vida está en riesgo por un descuido mío o de algún automovilista, motociclista o ciclista que me pueda atropellar”.
En una situación parecida se encuentra la señora Adriana Arreola, de Villas de Nuestra Señora de la Asunción, ella tiene que mover en silla de ruedas a su hijo de 14 años porque su discapacidad le obliga a ser apoyado para sus traslados y aunque los camiones nuevos dicen que tienen espacio y rampas para personas con discapacidad, no dejan de ser peligrosos, “ya intentamos subirnos a uno, pero los choferes tienen la misma actitud de ir de prisa, entonces para correr menos peligro prefiero empujar la silla y yo ir a pie o esperar un taxi, en camión, ni pensarlo”.
Sobre el tema, el regidor presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de la capital, Mauricio González, comentó que en la Entidad la mayoría de las rampas para que sean usadas por personas en sillas de ruedas están defectuosas, sobre todo las que se ubican en las esquinas de las banquetas.
Tanto en el Centro como en distintos puntos de la ciudad donde existe dichas rampas, hay postes en medio, la inclinación no es la adecuada, son angostas o muy pequeñas y muy lentamente se corrigen o se eliminan, y para colmo, están aquellos que las obstruyen al estacionar sus autos, dejando a la deriva a quienes las necesitan.