Don Felipe González legó la identidad
ferroviaria que construyó el
Aguascalientes que hoy disfrutamos.
Honor a quien honor merece, el ex-gobernador Felipe González González supo dejar la impronta de identidad más importante de nuestra ciudad, los talleres de ferrocarriles, hoy llamado Complejo Tres Centurias.
Las nuevas generaciones y quienes han migrado al Estado disfrutan de una serie de instalaciones con riqueza arquitectónica, leyenda, historia, pasado de orgullo, pero poco conocen de la historia de un Gobierno que supo defender su patrimonio. Ese Gobierno lo encabezaba don Felipe González, gobernador de extracción panista que luchó y logró obtener las grandes extensiones que hoy son orgullo del Estado.
Corría el año de 1991, gobernaba el país Carlos Salinas de Gortari, y dentro de la oleada de privatizaciones anunció la de la Constructora de Carros de Ferrocarril, liberándose posteriormente al sector privado la comercialización, los servicios y el mantenimiento de vías y reparación. Cuatro años después, en 1995, siendo presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, promovió una Reforma Constitucional para licitar las concesiones de las vías férreas, junto con ellas iban las instalaciones de los ferrocarriles, estaciones, talleres, patios de maniobras y cuanta infraestructura se tuviera. Como empresario de la construcción me tocó trabajar en estaciones de San Luis Potosí y Acámbaro, Guanajuato, fui testigo de la forma abusiva de la concesionaria, no respetaba nada, destruían o modificaban auténticas joyas arquitectónicas, y la federación fue insensible ante el patrimonio de los mexicanos, no puso frenos ni límites.
Aguascalientes fue la excepción, don Felipe González, que entonces gobernaba el Estado, asumió la defensa de nuestro patrimonio e identidad, luchó contra la federación y el concesionario para obtener más de 64.5 hectáreas que conformaban el complejo ferroviario (estación, patios, talleres, casa redonda, casa de fuerza, fundición y patios de maniobras) para entregarlo como legado histórico al pueblo.
Nuevamente fui testigo de la lucha que tuvimos organizaciones de ambientalistas y universidades que se nos sumaron para que no se tocara un solo metro cuadrado hasta no lograr la biorremediación del espacio, pues se encontraba con altos niveles de contaminación.
Don Felipe había cedido una porción del terreno al CRIT, con la finalidad de que se construyera una de las sedes que conforman la red de clínicas de rehabilitación, el acuerdo entre la ciudadanía organizada en un Comité Técnico que yo presidía fue ceder a cambio de obtener día a día la constancia del retiro de suelo contaminado, cumplió, los agentes contaminantes fueron enviados a un confinamiento y restaurado el suelo, el CRIT es hoy una realidad.
Vendría una segunda etapa, ir liberando por áreas los contaminantes, los suelos estaban impregnados de diésel, aceites, plomo, metales pesados, había láminas de asbesto, cemento, hoy consideradas cancerígenas, un trabajo arduo y costoso. Don Felipe sentaría las bases para los gobiernos posteriores que fueron aplicando cada uno presupuesto para el rescate, remozamiento y embellecimiento.
La zona es una joya que no ha terminado de ser pulida, aledaño al complejo se encuentra una ciudad deportiva, antaño el Deportivo Ferrocarrilero, que contiene casi todas las instalaciones para la práctica de cualquier deporte.
Los ferrocarriles fueron la base de la industrialización del Estado, principal fuente de empleo por décadas, universidad de ingenieros empíricos, abrevadero de oficios, árbol genealógico de la sociedad, pues no existe una familia cuyo pariente no haya trabajado ahí. Los ferrocarriles son pasado, son historia y son presente, sus edificios catalogados como patrimonio, son testigos de una generación que dejó legado, honrado por la atingencia de un hombre que supo rescatarlos, don Felipe González, y honor a quien honor merece.