Londres, 2 mar (EFE).- Cuando se cumplen el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven (1770-1827), la Royal Opera House de Londres rescata su única ópera «Fidelio» en una adaptación arriesgada, donde el mensaje utópico en contra de la tiranía política se actualiza.
El encargado de adaptar el libreto es el director alemán Tobias Kratzer, quien trae al Convent Garden una versión que, acompañada por la orquesta conducida por Antonio Pappano, se distancia de la original del compositor alemán.
«Es una producción completamente nueva», destaca a Efe el jefe de Radiodifusión y Distribución de la Royal Opera House, Tony Followell, sobre la adaptación de Kratzer.
Para Followell, lo trascendental de su dirección es la transición del primer acto al segundo, donde, asegura, se consigue actualizar el mensaje para un «público contemporáneo».
«El segundo acto amplía la cuestión, un interrogante contemporáneo para un público contemporáneo: ¿Qué haríais si te confrontaras con un preso político en la actualidad? Y esa no es una cuestión a la que seamos inmunes hoy en día», destaca Followell.
Estrenada en 1805 como «Fidelio, o el amor conyugal», la pieza sufrió un proceso de transformación con una nueva versión en 1906 y una definitiva, en 1814, que acortó y modificó, en fondo y forma, la original.
Ahora, en un movimiento atrevido, Kratzer ahonda en las diferencias de estilo que ya existían entre las partes de la obra del compositor alemán y se atreve a introducir nuevos diálogos y cambios visibles en las acciones de la trama.
Casi como una comedia doméstica, el primer acto empieza como una producción tradicional. Decorado de época, vestuario de finales del siglo XVIII e incluso un caballo vivo forman parte de una puesta en escena que va perdiendo realismo mientras avanza hacia el melodrama político.
Y el contraste es evidente cuando se alza el telón para dar comienzo la segunda parte del espectáculo.
De fondo, una proyección gigante muestra los primeros planos de las caras de los integrantes del numeroso coro que está en escena, quienes observan indolentes a Florestan que, encadenado a una roca, entona su aria sobre la oscuridad y la frialdad.
«El trabajo en su conjunto habla sobre los derechos individuales en contra, algunas veces, de los estados opresivos y al mismo tiempo, sobre la unión entre la gente», añade.
La interpelación directa al público como «voyeur» es evidente y será solo a través del ejemplo de Leonore, al final del segundo acto, cuando el coro, en silencio hasta el momento, rompa a cantar el mensaje beethoviano a la empatía colectiva.
Durante el estreno en la capital británica, la aclamación más calurosa del público fue para la soprano Lise Davidsen.
La noruega fue la encargada de dar vida a la protagonista de la obra, Leonore, quien se disfraza de hombre -Fidelio- para infiltrarse en una prisión y rescatar a su esposo Florestan, encarnado por el tenor alemán Jonas Kaufmann .
RETRANSMISIÓN EN ESPAÑA
La ópera, que tras su estreno ha agotado todas las entradas para todos sus pases en Londres, llegará el 17 de marzo a más de 140 salas de cine y teatro en España, donde se emitirá en directo en una proyección de dos horas y media.
«España es un territorio enormemente importante para nosotros. Creo que es el tercero -en audiencia- en el mundo después del Reino Unido y Alemania, y no para de crecer. En España existe un público muy entusiasta para la ópera y el ballet, señala Tony Followell.
«Tiene su propia tradición, con maravillosos ballets, fantásticas óperas y estupendos escenarios para el baile. Eso significa que, naturalmente, durante décadas ha existido una pasión por ese arte. Hay un público ya consolidado para el trabajo que hacemos aquí», enfatiza.
Retransmitida en más de 1000 cines de 53 países de todo el mundo, la producción estará acompañada por diferentes perspectivas audiovisuales de la obra, junto con imágenes y entrevistas exclusivas entre bambalinas, que también se publicarán en redes sociales.
«Somos apasionados, es una misión completa hacer nuestros espectáculos accesibles para el mayor número de personas posible», concluye Followell.
Por Marta Pérez-Cejuela