“Estudia historia, estudia historia. La historia atesora todos los secretos de la gobernación del Estado”. Esto fue lo que le dijo Winston Churchill a un estudiante estadounidense en mayo de 1953.
Hay quienes piensan que el ejercicio de la política y del Gobierno es una cosa sencilla. Hay quienes piensan que es mucho más difícil dirigir una compañía privada o emprender un negocio que llevar las riendas de un Gobierno. Incluso, hay quienes dicen que solamente los empresarios deberían ser los encargados gobernar. Aquí en México se intentó en el año 2000 un Gobierno de tipo empresarial, con Vicente Fox en la Presidencia, que quiso dirigir su Administración con un estilo gerencial, con un resultado catastrófico.
Otro ejemplo de lo mal que pueden salir esos experimentos: El que fuera asesor de seguridad nacional de Donald Trump, John Bolton, hizo la semana pasada una declaración explosiva que provocó la rabia del presidente. Le preguntaron que qué opinión tendría sobre Trump el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y en pocas palabras Bolton dijo que seguramente se burlaba de él todo el tiempo y que lo más probable es que lo veía como alguien muy fácil de controlar. Y luego expresó: “El presidente podrá ser un super negociador de bienes raíces en Manhattan, pero lidiar con las limitaciones en armas estratégicas, lidiar con otras muchas cuestiones de seguridad internacional, son cosas muy alejadas de su experiencia de vida. Cuando tratas con alguien como Putin, quien ha hecho su vida entendiendo la posición estratégica de Rusia en el mundo, contra un Donald Trump a quien no le gusta ni siquiera leer sobre estos temas o aprender sobre ellos, se convierte en una posición muy difícil para nosotros como país”.
Es decir, Donald Trump, además de tener cero experiencia en cuestiones de Estado y de política, no se esmera siquiera por aprender nada de relaciones internacionales y de otros asuntos de Estado y geopolítica que son fundamentales para ejercer con éxito el liderazgo de una super potencia.
La moda de decir que solamente los empresarios son quienes deben tomar en sus manos la política y el Gobierno tiene una razón más que entendible: la absoluta falta de credibilidad de los políticos de carrera que son vistos por la mayoría de la gente como unos parásitos buenos para nada que sólo están ahí para robar.
En México han habido muchos casos de políticos de carrera que de la noche a la mañana construyeron un mega patrimonio y que para acabarla de amolar ni siquiera hicieron nada, desde su posición de poder, para mejorar la calidad de vida de su ciudad, su Estado o su país.
De ahí que los votantes busquen con desesperación perfiles diferentes, de preferencia empresarios, exitosos o no, que puedan mejorar las cosas que los políticos de carrera arruinaron.
El problema es que ahí se nos cuelan muchos charlatanes, muchos vendehumos que ni siquiera son buenos en el ámbito privado, pero que sí son buenos para contar historias, o en este caso, para inventar historias.
Por eso yo voy a insistir siempre en que pese a nuestras pésimas experiencias en México, el perfil ideal, no el único pero sí el ideal, de un gobernante o de un político debe de ser el de un hombre de Estado, uno que entienda de las cosas de la política y del poder, uno que sea culto, que conozca a fondo la historia del mundo, de México y en nuestro caso de Aguascalientes, que tenga sensibilidad y tacto para tratar los asuntos más delicados, que tenga carácter pero también prudencia para tomar las decisiones más complicadas. Porque sí, es muy loable lo que hacen los empresarios y habrá muchos que seguramente podrían ocupar sin ningún problema un puesto de poder, pero no es suficiente decir “yo soy un hombre de empresas exitoso y con eso tengo para gobernar una ciudad, un Estado o un país, porque gobernaré como manejo mi empresa”. Definitivamente se necesita mucho más que eso. Porque una ciudad, un Estado o un país, no es una empresa, ni siquiera se le parecen. Es mucho más complicado que eso.