Tucson (AZ), 19 sep (EFEUSA).- Defensores del medioambiente temen que una de las primeras víctimas del muro fronterizo de Trump sea el manantial de Quitobaquito, cerca de la población de Lukeville, que durante siglos ha sido fuente de abasto de personas y animales que cruzan y habitan el desierto de Arizona.
El manantial, que discurre cerca de la línea fronteriza, ha sido un «oasis en el desierto» para miembros de la tribu indígena Tohono O’odham. También lo fue para misioneros españoles que llegaron a esta región y luego para familias mexicanas que se establecieron en esta región antes de que formara parte de los Estados Unidos.
Debido a la construcción del muro fronterizo, se espera que el Gobierno federal comience a principios de octubre a bombear agua proveniente del manantial para mezclar con el cemento.
También, se cree que con el agua se rocíen los caminos donde los contratistas levantarán el muro, cuya construcción comenzó a finales de agosto dentro de un área de Arizona que es Monumento Nacional.
El Gobierno quiere reemplazar 44 millas (unos 70 kilómetros) de cercas de madera existentes dentro del Monumento Nacional de Organ Pipe Cactus por gigantescas placas de acero de 30 pies de alto (9 metros), y bases de hormigón armado de 10 pies (3 metros) de profundidad.
Expertos estiman que se necesitan 84.000 galones de agua diarios para el proyecto.
«Estamos extremadamente preocupados por la extracción del agua para construir el muro, sabemos la importancia de este manantial, muchos animales y peces podrían morir si el manantial se seca», dijo a Efe Laiken Jordahl, experto en conservación del medioambiente en la franja fronteriza.
De acuerdo con Jordahl, quien también trabaja en el Centro para la Diversidad Biológica, con base en Tucson, «el muro fronterizo cavará una profunda cicatriz dentro del ecosistema desértico mejor preservado en el planeta».
Lo partirá «en dos, fragmentando la reserva natural de la región y su medioambiente para siempre», sostuvo el experto.
«Nuevamente, vemos que la Patrulla Fronteriza no ha hecho ningún tipo de estudio o consulta sobre cómo el uso de esta fuente de agua impactará a las especies», reclamó Jordahl.
Por su parte, la propia agencia federal, y en respuesta a una petición del Servicio de Parques Nacionales, asegura que vigilará el nivel de reserva de esta fuente de agua natural durante las labores de construcción.
De acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), reemplazar por láminas de acero las dos primeras millas de la cerca existente en Lukeville, donde hay un puerto de entrada al país, tomará al menos 45 días.
En declaraciones enviadas a Efe, la reserva indígena Tohono O’odham indicó que el pasado 16 de junio aprobaron una resolución condenando la construcción del muro en el Monumento Nacional de Organ Pipe Cactus, así como en el Refugio de Vida Salvaje de Cabeza Prieta, una ruta para sus peregrinaciones.
«Estos planes de construir un muro fronterizo hará imposible llevar a cabo ceremonias tradicionales y amenazan con terminar para siempre una tradición sagrada «, indica la resolución formal presentada por Tohono O’odham.
La construcción del muro en Organ Pipe Cactus también amenaza por lo menos a 22 sitios arqueológicos, según un reporte del Servicio de Parques Nacionales obtenido por el Washington Post.
El informe describe 17 sitios previamente descubiertos por arqueólogos, así como cinco nuevos y en preparación, cerca de la franja fronteriza. Este análisis se enfocó en un área de 11,3 millas (18 km), particularmente en la Reserva Roosevelt, dentro del Monumento Nacional.
Arqueólogos han encontrado allí utensilios, trozos de cerámica y objetos ceremoniales que datan del periodo de la tribu Hohokam, unos de los primeros pobladores del desierto de Arizona.
«El muro fronterizo de la administración Trump atravesará el emblemático Monumento Nacional Organ Pipe y destruirá la biodiversidad y los ecosistemas preciosos que hacen que el sur de Arizona sea tan especial», dijo a Efe el congresista Raúl Grijalva.
El demócrata de Arizona calificó el muro como una construcción «inútil» que «diezma el medioambiente» y aumenta la militarización en las comunidades limítrofes.
«No debería gastarse ni un centavo en construir el monumento al odio de Trump; continuaré oponiéndome a todos y cada uno de los esfuerzos de la Administración para robar dinero de otras agencias federales para construir su muro racista», enfatizó Grijalva.
La Administración actual desvió un presupuesto de 3.600 millones de dólares para proyectos militares, con el fin de reemplazar y extender el muro fronterizo, en total 174 millas (280 km) en áreas de Arizona, Nuevo México y Texas.
Trump visitó este miércoles en San Diego, California, un tramo de la valla fronteriza reemplazada por un nuevo muro metálico de entre 18 y 30 pies de altura.