Roma, 16 dic (EFE).- En los míticos estudios romanos de Cinecittà, donde se rodaron grandes clásicos del cine como «Ben Hur» o «La Dolce Vita», abre mañana sus puertas el Museo Italiano del Audiovisual y el Cine (MIAC), un espacio multimedia e inmersivo para sumergirse en el «imaginario propio» del cine italiano.
En la superficie de 1650 metros cuadrados, los que ocupaba la antigua sala de desarrollo e impresión de las películas, se trata al cine como «una obra de arte» que el visitante aprecia «a través de todos los sentidos», explica Marlon Pellegrini, del Instituto Luce-Cinecittà.
Y es que el MIAC no es un museo al uso: en él no se explica la historia del cine italiano cronológicamente sino que en varias salas temáticas se reproducen, sin apenas texto que las acompañe, imágenes de las películas clave del séptimo arte en Italia.
Por ejemplo, en la imponente sala del Paisaje, el visitante debe caminar por un espacio lunar, entre piedras y pequeños puntos de luz azul, rodeado por enormes pantallas en las que se ven fragmentos de los filmes de Antonioni, Bertolucci, Fellini o Rosselini.
«Aquí las películas hablan con sus propios sonidos e imágenes», expone el director de cine y conservador del museo, Roland Sejko, que insiste en la distinción entre el MIAC y un museo tradicional: «este no es un lugar donde uno vaya solo a aprender, sino que puede ir simplemente a perderse».
De hecho, tan solo una pared del museo hace referencia a los hitos más importantes del cine y la televisión del país, valiéndose eso sí de elementos multimedia e interactivos.
Sejko cuenta que antes de empezar la restauración del espacio aquello «parecía Chernóbil», y poco se ha mantenido de las antiguas salas donde se imprimían las películas, salvo la cinta transportadora de más de 40 metros por las que circulaban las películas, y que Fellini o Kurosawa supervisaban directamente.
Esta cinta, que vio pasar los filmes más importantes del cine italiano, ahora transporta los pensamientos que los visitantes escriben en una pantalla al entrar al museo y se imprimen al final un «poético homenaje» a la antigua función de esta sala.
El MIAC será un verdadero «hub del cine y la televisión», continúa Sejko, ya que además de la muestra permanente, acogerá una biblioteca, una mediateca e incluso un programa educativo para los jóvenes que se quieran formar en el mundo del cine analógico.
Cinecittà no quiere dar por cerrada del todo su época dorada, cuando los directores más importantes venían a rodar a Roma, y por ello esperan abrir un laboratorio de desarrollo; una escuela de restauración y una especie de «programa Erasmus» para atraer a jóvenes de todo el mundo interesados en los oficios del cine.
Se recurrirá para ello a los antiguos profesionales de la sala, y a los instrumentos que usaban que todavía se han podido recuperar, según cuenta el responsable de conservación.
Este nuevo museo nació de una muestra sobre el cine italiano que se llevó a cabo en Roma en 2014, que gustó tanto al ministro de Cultura, Dario Franceschini, que inició los procedimientos para crear un espacio permanente donde exponer el rico patrimonio de Cinecittà junto con el archivo de la Rai, la televisión pública italiana.
Ahora, tras cuatro años de trabajo (que aún seguirán para abrir más salas) y una inversión del Ministerio de Cultura de 2,5 millones de euros (2,8 millones de dólares), abre sus puertas esta original propuesta que espera atraer también «a los más jóvenes», explica Sejko.
Por ello se quieren abrir a los nuevos métodos de expresión audiovisual, con una sala dedicada a la animación pensada para los niños y probablemente otra al videoarte.
El objetivo es que todos los visitantes, sea cual sea su edad o conocimiento del cine, puedan sumergirse en un intenso espectáculo multisensorial acompañados de Marcello Mastroianni, Sofia Loren, Roberto Benigni o Monica Bellucci.
El mejor lugar para hacerlo es, dicen desde el museo, aquel mítico estudio donde se rodaron las imágenes que formarían el imaginario colectivo de varias generaciones.
Por Álvaro Caballero