México, 26 ene (EFE).- El español Antonio Ferrera cortó dos orejas al cuarto de la tarde, un toro casi inválido para apuntarse como el triunfador de la decimocuarta corrida de la Temporada Grande en la Plaza México en la que el mexicano Luis David cortó una oreja y su compatriota Arturo Macías no logró trofeos.
Los toros de Villa Carmela, sin trapío ni casta, salvo el quinto, resultaron muy parados. Se registró algo menos de cuarto de entrada.
Los toros, mal presentados, muy hondos la mayoría, pasados de peso, con caras anovilladas y, sobre todo, descastados y de escasísimas fuerzas, marcaron el transcurso de la corrida.
La labor de los matadores, determinada por animales al límite de la incapacidad, fue de carácter expresivo y tremendista.
El cenit lo alcanzó Antonio Ferrera en su gestual faena al cuarto de la tarde. Un toro que, tras una testimonial vara, perdió los pies por seguir un vuelo de capote.
En el tercio de banderillas, dos pares precisos de Gustavo Campos, por los que el subalterno saludó al tercio, dejaron ver su invalidez. Quedó estático al recibir el castigo de los palitroques.
Así se mantuvo el animal en la faena de la puerta grande. Ferrera inició las series de muleta al natural, a media altura, pero el español comprobó pronto la endeblez del de Villa Carmela que, al menor desplazamiento, iba al suelo.
Ante la posibilidad de irse de vacío, tras dos tardes en esta temporada mexicana en las que los sorteos le han deparado toros sin opciones de triunfo, Ferrera optó por intentar obligarlo citándolo encima.
Además, acompañó los semipases que lograba sacar al inválido con una interpretación gestual de andares que recorrían el espacio que el toro no era capaz de acometer, en los que la muleta en vez de instrumento de lidia era un atrezo de baile.
Las maneras del español gustaron mucho al público a pesar de contemplar como la estampa del parado toro, con la lengua fuera y la boca abierta en todo momento, contrastaba con los desplantes de valor inapropiados para el riesgo que entrañaba la res y los adornos y gestos solo se concretaban en arrimones simulando pases más que ejecutándolos.
Con el público ya entregado mató caminando desde media distancia y citando al toro cuando se encontraba a dos pasos, volcándose en el morrillo con acierto. Obtuvo las dos orejas.
Al que abrió plaza nada pudo hacerle, pero estiró mucho una faena imposible ante el inválido primero.
La otra oreja de la tarde la cortó Luis David a un toro noblote sin casta ni fuerza, cojo de la pata derecha delantera y que embestía sin emoción alguna.
En una primera buena tanda de Luis David se fue al suelo en cuanto lo obligó a tomar con recorrido la muleta. Hizo el resto de su labor en tandas caminadas con ritmo y sitio, faena larga, con adornos, pero con el mérito de mantener en pie al toro y hacerlo pasar por la tela. El bajonazo final pasó desapercibido pues le fue solicitada y dada la oreja a Luis David.
El de Aguascalientes toreó muy despegado al único toro de la corrida con recorrido, astado de buen pitón izquierdo por el que Luis David logró un profundo y flexible pase al natural que fue lo mejor de la corrida.
También estuvo muy desacertado con la espada Luis David que si en el que cerró plaza finalizó con un bajonazo, en este tercero dio un mitin de fallos.
Arturo Macías reapareció mostrándose con sitio aunque mandó castigar muy duro al caballo a sus dos toros, ya de por sí blandos.
Festejo de faenas extensas en las que la única posibilidad eran ejecutar pases mustios por la falta de bravura y fuerza de los de Villa Carmela.
La duración de éstas generó toda la tarde divisiones, entre el conformismo de unos y el hartazgo de otros por la tendencia ‘torerista’ que justifica la ausencia de seriedad y que concluyó haciendo pasar un toro de bronca por una faena triunfal.