México, 1 nov (EFE).- El decorado del Día de Muertos se adueñó este viernes de la plaza principal de Ciudad de México, el Zócalo, gracias a la inauguración de la tradicional ofrenda a los fallecidos de cada 1 de noviembre, a cargo este año del innovador artista local Vladimir Maislin Topete.
La céntrica plaza quedó decorada con la instalación «Altar de altares», un entramado de cuatro estructuras de madera, cada una de las cuales representa en un altar las particularidades de este rito en las distintas zonas del país (norte, sur, este y oeste).
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, inauguró la ofrenda alrededor de las 09.30 hora (15.30 GMT), en medio de una gran expectación, e invitó a la población a visitarla «para no olvidar las tradiciones».
El responsable de la obra, Vladimir Maislin, se mezcló entre los curiosos en el primer día de una exposición que se prolongará hasta el 10 de noviembre.
«Ver un altar es como una radiografía de una etnia cultural. Habla de un pasado ancestral, de una historia con mayúsculas y también habla de una historia personal, familiar, de quien lo monta. Enlaza los dos tiempos», explicó Maislin a Efe.
El proyecto del artista, especializado en escenografía e iluminación, fue elegido en consulta popular -con 39 % de los votos- para ocupar la Plaza de la Constitución este 1 de noviembre.
Mientras observaba «agradecido» las caras de los paseantes, el autor de «Altar de altares» no escondió el carácter rompedor de la estructura, por su minimalismo, aunque destacó el peso de la tradición. «No es que sea algo inventado; más bien estoy representando culturas que están ocultas en la memoria colectiva. Son regiones remotas del país», reveló.
La ofrenda generó consenso entre los visitantes que llenaban la plaza, abarrotada de turistas que se perdían tras la música de los organilleros repartidos entre los altares.
Rafael, un joven disfrazado de «catrino» (figura de una calavera asociada a la conmemoración del Día de Muertos en México), elogió la arriesgada apuesta del Gobierno local. «La ofrenda es distinta. Como mexicano, nos encantan nuestras tradiciones, y creo que lo mejor que puede hacer nuestro Gobierno, nuestro país, es innovar en esa parte», manifestó.
El joven no encontró contradicción alguna en hacer cosas distintas y mantener la costumbre, pues, señaló, esta fiesta «no puede dejar de significar la unión familiar, tanto de los niños como de los grandes, convivir, comer pan de muerto y estar en familia».
Gloria, una pensionista que quiso saludar al artista a cargo de la instalación, no tuvo inconveniente en compartir los detalles íntimos de la celebración del Día de Muertos en su familia, un altar más personal que los que ocupan el Zócalo.
«En casa pongo un altar. Hace cinco años que empecé con la tradición, desde que falleció mi esposo, mi mamá y un tío. Lo principal que se le pone son sus velas y los alimentos y bebidas que más les gustaban, su vaso de agua y la sal», relató, mientras observaba las cruces dedicadas a los seres queridos que decoran las estructuras de madera.