Miami, 26 may (EFE News).- Una puerta giratoria en la frontera. Con esa imagen Alejandro Portes, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, ilustra la paradoja de que EE.UU. deporte a México y Centroamérica a cientos de miles de migrantes y a la vez deje entrar a una cantidad similar de ciudadanos de los mismos países y con el mismo perfil mediante visas temporales.
«En 2018, último año del que hay datos oficiales, aproximadamente unos 280.000 mexicanos fueron deportados por ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) y otra agencia federal, USCIS (Servicio de Ciudadanía e Inmigración), otorgó unas 280.000 visas H2 a trabajadores rurales mexicanos para trabajos temporales», señala.
Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami y profesor emérito de Sociología de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), Portes, cubano de nacimiento, clama contra el «fin de la compasión» que, según dice, se ha producido en los Estados Unidos.
EL FIN DE LA COMPASIÓN
En una entrevista con Efe dice que no quiere «imaginar» qué puede pasar con un sistema de inmigración que ya se ha «venido abajo», si en las elecciones del 3 de noviembre Donald Trump y su «nativismo populista» ganan el pase para cuatro años más en la Casa Blanca.
Un ejemplo de que la compasión no es un valor corriente en la actualidad es que en un momento en que los movimientos migratorios están paralizados en todas partes debido a la pandemia, ICE se dedica a deportar «sin escrúpulos» a miles de inmigrantes, niños incluidos.
En la mayoría de los casos el único delito que han cometido los deportados es entrar clandestinamente en el país para buscar trabajo, dice Portes, quien puntualiza que si lo hicieron fue porque todas las otras vías estaban cerradas.
Además, dice, esos inmigrantes pueden extender el virus en países que malamente pueden tomar medidas de prevención, pero a esa agencia, «casi pirata e incontrolable» y siempre «metida en si misma», no parece importarle.
EL WUHAN DE LAS AMÉRICAS
El único país de la región que se ha «resistido» a esos vuelos ha sido Guatemala. «El ministro de Salud de ese país (Hugo Monroy) llegó a decir que ICE y Estados Unidos son el Wuhan de las Américas», porque están exportando casos, señala Portes.
Pero, además, ICE esta actuando en contra de los «intereses nacionales» e incluso en contra de las órdenes del presidente Trump, al perseguir a los inmigrantes que trabajan en la agricultura y en procesadoras de carne y pollo, muchos de ellos indocumentados.
Si esos sectores, en los que Portes duda que los estadounidenses «comunes y corrientes» vayan a trabajar nunca, porque están «estigmatizados» por ser vistos como empleos para mexicanos e inmigrantes en general, se quedan sin mano de obra, difícilmente van a poder cumplir con la orden de Trump de no parar la producción..
Es «increíble» -dice- que ahora que estos trabajadores que sustentan la cadena alimentaria «adquieren un valor frente a la sociedad estadounidense que nunca han tenido», ICE los persiga.
En octubre de 2019 Portes, que llegó a EE.UU. desde Cuba en los años 60 cuando era un adolescente, recibió en España el premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales por sus estudios sobre la inmigración, que no solo abarcan EE.UU.
UN SENTIDO UTILITARISTA DE LA INMIGRACIÓN
Portes destaca que Estados Unidos ha dejado hace tiempo de ser un país de inmigrantes «permanentes» que llegan con sus familias para asentarse y empezar una nueva vida.
Ahora es un país con millones de indocumentados y con inmigrantes con visas temporales para cubrir las necesidades de mano de obra de un mercado laboral con forma de «reloj de arena».
Es lo que Portes llama «bifurcación de la inmigración», porque por un lado EE.UU. no cuenta con suficientes ingenieros y otros profesionales muy cualificados para las industrias de avanzada y, por otro, carece de trabajadores no cualificados para la agricultura, la construcción y las procesadoras de carne y pollo, y en ambos casos suple el problema con las visas temporales.
En el primer caso la India, China y Filipinas son los países de los que proceden por ese orden los que obtienen las visas, y en el segundo México es el número uno seguido de Centroamérica.
«El principio que guía la política de inmigración de la actual Administración es altamente egoísta». Utilizan a los inmigrantes pero no les permiten el asentamiento», dice el experto.
FIN DEL FLUJO Y REFLUJO NATURAL EN LA FRONTERA
En el caso de los indocumentados, que si han alcanzado cifras millonarias es, a su juicio, porque la represión en la frontera rompió el «flujo y reflujo natural» de trabajadores, el Gobierno, en lugar de regularizar a los que llevan años aquí con sus familias y trabajando honradamente, los deporta y trae a otros con su mismo perfil con visas temporales.
Portes subraya que todo esto forma parte del «fin de la compasión», al igual que la separación de familias que dejan «huérfanos prematuros» a hijos de familias inmigrantes nacidos en EE.UU. o la deportación de niños y jóvenes llegados en la infancia a países que no conocen y cuyo idioma no hablan.
«Por no hablar», dice, de la denegación de la inmensa mayoría de las peticiones de asilo y del exiguo número de refugiados que el país está recibiendo en contra de una tradición que le hizo brillar en el mundo.
Un 99 % de las solicitudes de asilo son denegadas y solo 22.000 refugiados, la cifra más baja en décadas, fueron aceptados en 2018, entre ellos 62 sirios.