México, 26 ene (EFE).- Una universitaria mexicana busca transformar la vida de varias comunidades de la sierra mixe del estado de Oaxaca, sur de México, al darle vida a un proyecto de bibliotecas comunitarias.
«¿Para qué estoy estudiando si no estoy generando nada para mi comunidad ni mi entorno?», se cuestionó Adriana Kupijy Vargas Huitrón, estudiante de la carrera de Pedagogía en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuando iba en segundo semestre.
Para ella, en sus primeras clases en la UNAM todo «era muy teórico y nada práctico» cuando antes había visto proyectos «prácticos, tangibles».
Adriana cursaba el segundo semestre (ahora está en el sexto) cuando le nació la idea de crear una biblioteca comunitaria en la ranchería (comunidad) de Tejas, en el municipio de Santa María Tlahuitoltepec, de donde es originaria.
«La idea era tener un lugar para fomentar la lectura, el conocimiento y donde se expresará el pensamiento de la comunidad», expuso la estudiante, quien tenía como meta reunir 500 libros, «pero llegaron muchísimos más hasta ser unos 4.000».
La petición Adriana la hizo vía redes sociales y en la mayoría de las donaciones ella se citaba con las personas, en alguna estación del Metro de la Ciudad de México, y recogía los libros para después trasladarlos a Oaxaca, donde una empresa también le dio un ‘empujón’ para sumar más libros por medio de redes sociales.
«Nosotros solo pensábamos trabajar en esta comunidad», contó Adriana. Sin embargo se le presentó la oportunidad de trabajar en la ranchería de Las Flores, del citado municipio, para la cual, el material bibliográfico fue donado por Fomento Editorial de la UNAM, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILUNI), donde reunió 633 cajas con libros.
Ahora la joven busca extender la red a las comunidades de Pachiñe, en el municipio de San Juan Guichicovi y a la de San Pedro Yosoñama, en el municipio de Tlaxiaco, de la región mixteca además que este año podría sumarse otro espacio en la comunidad de Tanetze, en el municipio de Villa Alta.
«Nosotros nos adaptamos a las necesidades de los espacios», expuso Adriana, quien ante su destacada labor, otras comunidades se le han acercado para que les gestione computadoras o material didáctico, ofertas que está analizando.
LA COMUNIDAD, LOS RESPONSABLES DE LAS BIBLIOTECAS
La estudiante explicó que se utiliza el concepto ‘comunitaria’ porque muchos de los pueblos y comunidades de Oaxaca todavía se rigen por un sistema normativo interno y «así es como se teje la comunidad» porque es el propio pueblo el que elige a sus autoridades.
«Entonces las bibliotecas pertenecen a la comunidad, no son de nadie en especial: una fundación o del gobierno, son de toda la comunidad, es de todos y todos somos responsables», expuso.
Precisamente por esa característica de comunidad, Adriana consideró que «no es tan difícil obtener los espacios para las bibliotecas como sí lo es en un sistema burocrático».
Dijo que a las autoridades comunitarias se les hace el planteamiento y estas les asignan un espacio dentro del edifico comunitario porque saben que el beneficio «no es para una personas de la comunidad si no para todos».
«Ese es nuestro lugar de trabajo para las bibliotecas, pero esos espacios no están quedando chicos porque atendemos a más de 20 niños y necesitamos espacios más grandes y por eso este año vamos a gestionar espacios independientes», expresó.
Adriana recordó que su iniciativa nació de una crisis porque «yo quería hacer algo por mi comunidad y por eso me cuestioné cómo podía ayudar».
En México, según cifras de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, conformada por 31 redes estatales y 16 redes delegacionales, actualmente operan unas 7.427 bibliotecas públicas que se encuentran establecidas en 2.282 municipios y proporciona servicios bibliotecarios a más de 30 millones de usuarios anualmente.