Da miedo, literal, saber todo lo que ha pasado desde que inició el proceso electoral de este año y que culminará en diez días.
Ayer un nuevo crimen sacudió a la sociedad mexicana, pues en pleno mitin fue acribillada a balazos la candidata de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Moroleón, Guanajuato, Alma Rosa Barragán Santiago, resultando heridos, además, una menor de edad y un hombre.
Pero este crimen y el del candidato a la alcaldía de Cajeme, Sonora, Abel Murrieta, quien también fue asesinado en un mitin, se suma a los más de 100 muertos, actores políticos todos ellos y de todos los partidos; además se han registrado dos secuestros, así como amenazas contra niños, la incursión abierta y descarada del crimen organizado, chapulineo y hasta la injerencia del presidente Andrés Manuel López Obrador cuando sabe que la ley se lo prohíbe.
Si lo que pretenden es infundir miedo a la gente, lo están logrando, pues si algunos de los crímenes los cometen frente a las autoridades y delante de la gente, no se puede esperar una jornada electoral tranquila el primer domingo de junio.
Pero definitivamente el electorado tiene en sus manos el que cambie el rumbo de la historia, pues con su voto validará la mejor opción para que nos gobiernen y, aunque suene utópico, se puede lograr, pues independientemente de lo que pasa en prácticamente todo el territorio nacional, habrá candidatos serios, honestos, cuyo único objetivo es el servicio.
Dejemos de lado aquellos aspirantes fantoches, los que amenazan, que se queman las manos, bailan al son que les toquen como si fueran payasos de circo y que denigran la política, eso sin mencionar a los que tal vez tengan buenas intenciones pero cero preparación para ocupar tan altos cargos políticos.
El presidente López Obrador se cuece aparte, hace lo que la ley le prohíbe, aunque realmente siempre ha hecho lo que ha querido y hasta los dirigentes de partidos con ideologías tan distintas como Acción Nacional, el Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática hicieron alianza para sacar del poder a Morena, cuyos integrantes, muchos, han venido a poner de cabeza a la política mexicana.
Pero insistimos, estas cosas pasan porque el electorado lo permite, por no dar un voto razonado, por no dimensionar que la jornada electoral es una oportunidad de cambiar las cosas, de mejorar, de ver los errores del pasado para no cometerlos más.
En fin, éstas serán las elecciones más grandes de la historia, las primeras en época de pandemia, pero también ha sido la más desaseada, la más violenta, la más sangrienta, y estará marcada en la historia política de nuestro país sobre lo que no debería de pasar.