Durante la misa dominical que presidió ayer en la Catedral de Aguascalientes el Obispo Juan Espinoza Jiménez, se pidió hacer a un lado el orgullo, el egoísmo y el materialismo, así como a las autoridades de Gobierno a ejecutar medidas para frenar y solucionar la espiral de violencia que pone en riesgo la seguridad de las personas.
De manera especial se rogó por la sana convivencia de la población y para que las autoridades asuman su responsabilidad en el cuidado y seguridad de las personas.
En forma especial “roguemos por los que sufren violencia y criminalidad a causa de las diversas formas de extorsión, para que la ejecución de medidas gubernamentales busque frenar y solucionar esta espiral de violencia que pone en riesgo la seguridad de tantos mexicanos”.
Por otro lado, el Obispo diocesano exhortó a la feligresía a buscar entrar al Reino de los Cielos por la puerta estrecha, la cual implica esa entrega generosa de cada día, el perdón y la misericordia como norma de vida en las relaciones humanas.
En la homilía y a propósito del Evangelio del día, el pastor de la Iglesia Católica sostuvo que “Jesús nos dice, en primer lugar, que la puerta está abierta a todos. Vale decir que todos somos invitados a entrar por ella. Nadie debe sentirse excluido del amor del padre que quiere darnos su Reino, pero también nos dice Jesús que la puerta es estrecha, lo cual quiere decir que no es fácil entrar, hay que desprenderse de muchas cosas para poder pasar por esa puerta”.
En esa línea, Monseñor Espinoza Jiménez advirtió también que no hay nada más difícil en la vida que morir al propio orgullo y al amor personal que es egoísmo, a los criterios personales como norma única de interpretación de la vida, pensar que nosotros somos los únicos que tenemos la verdad.
Precisó que no es fácil amar, menos fácil es perdonar; más difícil aún es entender la vida como servicio y entrega a los demás, y sin embargo esa es la puerta estrecha y el camino que todos estamos invitados a seguir, pero también tomando en cuenta que “muchos van por el camino ancho tras una promesa de felicidad pasajera y pocos entran por la puerta angosta y tienen que esforzarse”.
Advirtió además que las propuestas del mundo son más atractivas, más fascinantes, mejor presentadas que la gran propuesta del Evangelio que nos implica de alguna manera morir a nosotros mismos y cargar la cruz de cada día.
Por otro lado, el Obispo mencionó que tras haber vivido con gran alegría y fervor el Quincenario en Honor de la Virgen de la Asunción, ahora se regresa a la vida común, a la vida ordinaria, sin que eso signifique que el amor a la Virgen debe de disminuir, pues “el amor a Nuestra Señora siempre debe estar permanente en nosotros”.