Autoridades sanitarias reconocen lo difícil que resulta ejercer un control efectivo sobre los llamados anexos puesto que los dueños de los establecimientos no cuentan con los recursos para cumplir con todas las normas relativas a los sitios, instalaciones, equipos, cobertura del servicio, etc., lo que hace sumamente oneroso su operación y mantenimiento.
Lo que enciende los focos de alarma es el hacinamiento que se registra por el alto número de personas que concentran y la problemática que eso conlleva, así como las instalaciones inadecuadas en muchos de los casos y la atención
limitada en muchos sentidos, por lo que la vigilancia sobre este tipo de establecimientos es constante.
Lo que sucede en muchos de los anexos se convierte en un auténtico dolor de cabeza para las autoridades encargadas de regular el funcionamiento de ese tipo de establecimientos donde se brinda apoyo a personas con problemas de adicción a las diferentes drogas.
CERRARLOS NO ES LA SOLUCIÓN
Se sabe que hay muchas deficiencias en los servicios que se brindan en los anexos que han aparecido por todos los rumbos de la ciudad, pero las autoridades sostienen que cerrarlos por incumplir con las normas y reglamentos no es la solución, pues los primeros afectados serían las personas consumidoras
de sustancias adictivas, las familias y la sociedad.
En estos casos, se explicó por los verificadores de Regulación Sanitaria, lo que se hace es emitir una serie de recomendaciones para mejorar las instalaciones, el servicio en general y limitar los riesgos generados por las fallas en la operación de los anexos.
“Se reconocen algunos puntos de alto riesgo, tanto en Aguascalientes, como Pabellón, Calvillo y Rincón de Romos, pero el problema es cuando se trata de ordenar las cosas, porque lo primero que hacen los responsables del lugar
es recurrir al chantaje del cierre y sacar a todos los adictos a la calle bajo el argumento de que ni en su casa los quieren, por lo que el asunto se tiene que manejar con mucho tacto”, expusieron.