Justo hoy, que se conmemora el Día Mundial sin Tabaco, el presidente López Obrador presentará un decreto para acotar a los fumadores, y se preparan más restricciones al consumo de cigarrillos en lugares públicos y a su venta y publicidad.
Y es que pese a las medidas que ya hay en la promoción y comercialización, el tabaquismo, en lugar de bajar, sube cada vez más.
Incluso al adicto no le importa que esté carísimo el producto, pues una cajetilla cuesta más de 60 pesos y haciendo cuentas, si se fuma una cajetilla diaria, son 1,800 pesos al mes, y cierto, habrá gente que pueda darse esos privilegios, pero la atención médica que necesitará algún día a causa del consumo del tabaco será infinitamente más caro.
Creemos que en realidad no se necesita de un decretazo, sino hacer cumplir la ley vigente, pero como siempre, hacemos caso de las reglas sólo cuando nos conviene y aunque los demás no tienen por qué pagar los vicios, gustos y aficiones de otros, porque si bien se supone que hay espacios destinados a quienes se quieren envenenar, no siempre se cumplen las indicaciones.
El tabaquismo, incluso se alerta en las mismas cajetillas que contiene el producto, es un peligro para la salud, no es nada nuevo, pero lo que sorprende es que la gente aun sabiendo de los peligros que entraña consumir ese veneno, lo disfruta, pues es una adicción y dicen los que le saben al asunto que el probar las drogas legales como el cigarro y el alcohol, es una puerta para experimentar con otras sustancias, éstas sí ilegales por obvias razones, como cualquier tipo de droga.
Mucho se ha hablado del tema y suponemos que a estas alturas ya todo mundo sabe la gran cantidad de enfermedades que se vienen tras los malos hábitos como el tabaquismo, pero seguramente no conocen a alguien de su círculo cercano que haya fallecido y, sin ser dramáticos, hayan padecido alguna enfermedad relativa a esta adicción, porque de ser así repensarían el dañar la salud a un alto costo, sobre todo económico.
Padecimientos como el cáncer, enfisema pulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión, bronquitis crónica, angina de pecho, infartos, trombosis, hemorragias, embolias, úlceras, gastritis, caída de dientes y un etcétera que da miedo, no ha sido un freno para contener el tabaquismo y que, entre paréntesis, es cada vez mayor el que se consuma ese veneno en el sector juvenil, pues evidentemente no sabe lo que se le espera.
En fin, nadie experimenta en cabeza ajena y su gusto es y sí, quién se lo quitará, es una decisión personal el dejar atrás el vicio y mejorar la calidad de vida, en estos tiempos en que las enfermedades de todo tipo se han cebado contra la población mundial.
Por lo pronto, el Gobierno federal está haciendo su parte y seguramente hoy se darán detalles del decretazo que busca si no detener este envenenamiento, cuando menos sí proteger a quienes se quieren cuidar.