Momentos de terror se vivieron la tarde del sábado en el Estadio La Corregidora, en Querétaro, mientras se desarrollaba un juego entre Gallos Blancos y Atlas y en lo que se suponía era un partido más de futbol se desató una verdadera barbarie por todos constatada: una gresca que empezó en gradas dejó decenas de heridos, aunque muchos aseguran que también hay muertos.
La historia ya todo mundo la conoce, pero el desenlace no, pues versiones van y vienes y hay quienes afirman que se está ocultando el dato de los fallecidos mientras las autoridades juran y perjuran que no.
Pero lo que se ve no se juzga: familias huyendo despavoridas, hombres y mujeres tratando de escapar de la furia de los porristas, que de la nada sacaron armas, palos y lo que pudieron para agredir al rival, aunque en este caso el enemigo eran todos los que se cruzaban en el camino.
La seguridad se vio desbordada, lo que tenía que suceder porque ahora se sabe que los elementos eran pocos y mal preparados y las fuerzas del orden tardaron en reaccionar ante tal problema, que en minutos se descontroló.
Y lo que se vio es que verdaderos energúmenos agredían a quienes se atravesaban a su paso, destrozando todo, vejando a los caídos, pues fueron muchos los aficionados que terminaron desnudos, vejando así su dignidad; no son pocas las voces que aseguran que cuerpos inertes yacían en los pasillos del estadio, pero las autoridades de Querétaro lo niegan.
Desafortunadamente este clima de crispación no sólo se da en el futbol, que debería ser un espectáculo familiar, sino en muchísimos lugares y donde la sociedad es la que la lleva, como siempre, por lo que se exige el castigo para los rufianes que provocaron esta desgracia; si quieren las autoridades lo pueden hacer, porque hay cámaras instaladas en todos lados.
Estos energúmenos deben estar en la cárcel, recibir las sanciones más severas, porque esto no debe ocurrir nunca más.
Esto que nunca debió pasar es una llamada de alerta para todo evento masivo, pues nadie puede manejar a cientos o miles de personas que en un momento y por cualquier motivo pueden perder el control.
Por cierto, las autoridades de este Estado deben estar en alerta porque el equipo de Querétaro vendrá a jugar el fin de semana contra el Necaxa, por lo que todas las alertas deben estar encendidas, no se les vaya a colar por ahí un pseudoaficionado que pudiera provocar un desastre como el ocurrido.
El horror, la barbarie, lo inenarrable sucedió en este Estado.
Lo que sucedió el sábado fue un día negro para México, no sólo para el futbol. Nos asombramos de la guerra en Ucrania y no vemos que la verdadera guerra la libramos nosotros como sociedad.